Corría 1978 y Argentina se preparaba para ser la sede del Mundial de futbol. Lo supimos meses antes porque se llevaron compañeras del penal de Devoto. Un frío corrió por nuestras espaldas. ¿A dónde? ¿Para qué?. Éramos unas 800 presas políticas de la dictadura militar, distribuidas en dos edificios, uno de 3 pisos con hasta 7 pabellones y otro de 8 pisos con alrededor de 20 celulares. En los pabellones cabían hasta 30 detenidas. En los celulares, 4 por cada uno en un espacio de 3×2,50 m, con letrina incluida. Allí estábamos encerradas las 24 hs salvo 1 hora de recreo en el patio.

Como ya reflejamos en otras notas, la película Argentina 1985, sobre el juicio a las Juntas Militares, demostró que la herida abierta por la dictadura militar sigue doliendo en la sociedad argentina, abriendo un debate sobre los diferentes miradas del tema, que obviamente incluye al propio film.
En este caso, presentamos una entrevista que hiciéramos a Rubén Plataneo, cineasta y también militante en defensa de los derechos humanos.

A los 93 años, murió Hebe Pastor de Bonafini, Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo e histórica luchadora contra la última dictadura militar y por el juicio y castigo a los responsables.
Hebe, a quien el estado terrorista secuestró a dos de sus hijos y a su nuera, inició su lucha con su búsqueda y el reclamo por su aparición con vida, así como la de las decenas de miles de desaparecidos y desaparecidas.

Argentina 1985 se ha convertido  en un éxito de taquilla con más de un millón de entradas vendidas, y seguramente también tendrá un éxito importante en las plataformas. Justo es decir que ha generado un debate, sobre todo en sectores militantes de derechos humanos  e intelectuales y quizás también, aunque más dudoso, en el denominado “gran público”. Si bien todo hecho artístico expresa razones ideológicas, inevitablemente, como Argentina 1985 aborda hechos históricos recientes desde determinadas miradas políticas, merece no solo una crítica estética, sino una clara delimitación de estas miradas.

Un caso insignia es el de Luciano Arruga. Un joven de La Matanza, que a sus 16 años, y después de sufrir de acoso policial por años, fue secuestrado por la Bonaerense. Su cuerpo recién apareció el 17 de octubre de 2017, más de cinco años después de su secuestro, gracias a la incansable lucha de su madre, su hermana y de un grupo de activistas políticos, sociales y culturales reunidos en la Asociación Amigos y Familiares de Luciano Arruga.