Como ya reflejamos en otras notas, la película Argentina 1985, sobre el juicio a las Juntas Militares, demostró que la herida abierta por la dictadura militar sigue doliendo en la sociedad argentina, abriendo un debate sobre los diferentes miradas del tema, que obviamente incluye al propio film.

Si te interesa saber nuestra opinión sobre el tema, podés leer la nota «Argentina 1985» – Cómo tergiversar la historia.

En este caso, presentamos una entrevista que hiciéramos a Rubén Plataneo, cineasta y también militante en defensa de los derechos humanos. Rubén es director de cine, guionista y productor. En su larga producción ha realizado películas como Muertes Indebidas, sobre testimonios de familiares que rescatan las vidas y trayectorias militantes de jóvenes desaparecidos durante la última dictadura militar; o Triple crimen, sobre los asesinatos de tres jóvenes miembros de una organización social, Jere , Mono y Paton por parte de una banda narco en Rosario; entre otras.

Lita, la mamá de Claudio «Mono» Suárez, y el director Rubén Plataneo, antes del estreno de «Triple crimen» (Fuente: La capital)

Rubén, para quien la lucha en defensa de los derechos humanos ocupó buena parte de su vida, como él mismo lo expresa, nos da su visión del film desde el abordaje cinematográfico.

Rubén Plataneo: De por sí el evento en el que está situada la película, que es el Juicio a las Juntas, particularmente me parecía excelente que se trate en una película. De hecho pasó todo este tiempo, todas estas décadas, sin que hubiera un trabajo así de específico, cosa que valoro. Conozco además al director y al coguionista de la película, (Santiago) Mitre y Mariano (Llinás), entonces también me interesan sus trabajos,  más particularmente me interesa saber qué vuelta le habían podido dar. Conociendo algunas cosas, en cuanto a que era un viejo proyecto del director y que volvieron a trabajar juntos para elaborar el guion, que había tenido cambios de rumbo importantes en distintas etapas: después de la investigación y en la etapa de producción y búsqueda de fondos. Esto significó distintos cambios en el tipo de guion que estaban elaborando. Entonces me interesaba mucho más también ver cómo había funcionado todo ese mecanismo que había logrado transformar esto en película, en lo narrativo expresivo.

En ese sentido la película no me satisfizo mucho, me pareció bastante limitada en cuanto a lo que yo me esperaba. Fui con la mejor disposición a que la película me gustara en todos los aspectos que hacen un film: en lo narrativo, en lo expresivo en general; los motivos que pudiera provocar el tema, en la justicia que se debe hacer siempre que uno toca un tema relacionado con la injusticia social que significó la dictadura y lo profundo de esa injusticia que se marcó en el proceso de reorganización. Y la verdad que, desde el punto de vista estrictamente cinematográfico, diría que la película no me conformó mucho. Me pareció bastante desaprovechado todo lo conflictivo que tuvo el momento que derivó en el juicio y las derivaciones del juicio. Creo que había muchos elementos más ricos como para que tuvieran algún lugar en la película.

Obviamente soy consciente de que una película tiene que recortar los momentos, aunque se trate de un momento histórico como éste; está obligada a recortar el contexto, los elementos, incluso los personajes porque no se puede contar, ni se debe contar todo en una película. Ningún director o guionistas están obligados a contextualizar absolutamente todos los elementos que haya en un momento histórico. Yo no le reclamo eso. En principio, lo que yo le reclamo a cualquier película es que funcione cinematográficamente y que nos haga ingresar como espectadores en su universo, en el universo que crea. Y que eso movilice emotiva, conscientemente, a mí y a cualquier otro espectador.

Y en este caso, no me sorprendió en nada a nivel narrativo. No me parece que haya utilizado recursos muy superadores desde el punto de vista de la narración, no convencional sino clásica. Como película que incluye gran parte del juicio, me parece que está bien orientada  y apunta hacia ahí, se mete en ese territorio que a mí me parece excelente. Pero también, como estamos culturalmente -hace décadas por el modelo hollywoodense- habituados a que funcione el juicio como como una trama de misterio y de suspenso. En ese sentido creo que la película no cierra tanto desde mi punto de vista, desde mi sensibilidad y como espectador no me atrajo tanto. Me parece que podría haber ido mucho más a fondo con lo intrincado del juicio, por ejemplo; con la importancia del tribunal, que fue el del Juez (León Carlos) Arslanián, que tuvo muchísimo que ver con el curso que tuvo aquel Juicio a las Juntas e incluso con la condena. Arslanián que fue uno de los pocos tipos que intentó modificar las instituciones represivas en el país y que tuvo un rol muy importante para que esa condena saliera. Pero la película lo deja ahí, muy atrás entre bambalinas a ese tribunal.

Borrador Definitivo: También llamó la atención la no mención de la militancia callejera y de la lucha de los organismos de DD.HH. contra la dictadura.

RP: Creo que es el aspecto que a mí más me afectó desde el punto de vista político, que no se puede evadir porque la película está tomando un momento político crucial en la historia Argentina, y por lo tanto la derivación política de la película en sí, también es muy importante.  Y si bien no creo que ningún realizador cinematográfico esté obligado a contextualizar todo lo que hace a un evento histórico, igualmente me pareció que hay un elemento que no debería haber faltado y que es algo que me decepcionó a nivel histórico y político, y es que está totalmente ausente en la película la presión social que existió, y que hizo que ese juicio se pudiera llevar, o se tuviera que llevar adelante. La movilización que se organizó alrededor de los organismos de Derechos Humanos, fundamentalmente de las Madres (de Plaza de Mayo), donde miles y miles de personas en el país nos movilizamos para que ese juicio tuviera lugar y para que empezara el proceso de juicio y condena a los represores de la de la dictadura militar. Y eso está ausente en la película, cosa que me sorprendió realmente, porque ha sido una decisión del director.

Porque utilizan momentos de archivo, que están muy bien usados, como la repugnante intervención del Ministro (Antonio) Trócoli, que en ese momento del gobierno de (Raúl) Alfonsín, defendía que los militares fueran solo enjuiciados por el tribunal militar; es decir que fueran perdonados absolutamente. Ese era el rol que tenían Trócoli, Balbín, el radicalismo en general. Entonces me pareció muy bien que eso estuviera en la película. Pero entonces, ¿por qué está muy bien que esté la intervención reaccionaria de Trócoli en defensa de la Dictadura Militar y no está la movilización callejera, la respiración de millones y millones de personas en el país que impulsaron con su aliento y su reclamo que empezara el proceso de justicia y condena a los represores? Eso me pareció realmente una falta grave de la película: que no existiera ningún elemento de contexto de la movilización social que obligó al proceso de justicia.

Obviamente yo sé mucho más de lo que había en contexto y que tampoco está en la película, y que sí tuvo que ver con ciertos condicionamientos. Cuando ya la dictadura empezaba su debacle sobre el ’82, me acuerdo muy bien que se había organizado la Multipartidaria, donde los partidos gobernantes o socios, que habían aceptado la dictadura militar, los principales partidos burgueses del país digamos, habían acordado hacer un proceso de perdón a los represores. Y que de hecho fue lo que imperó: se juzgó a sólo 9 milicos de la Juntas y se dejó en libertad a casi 4.000 represores que figuraban en el listado de denuncias de la CONADEP. O sea que el gobierno y las instituciones ahora democráticas, en ese momento se encargaron, de la mano de Sábato, Alfonsín, Trócoli, Luder y muchos más, de que no hubiera un proceso de Justicia general sobre todo el sistema represivo que había actuado. Pero bueno, eso no es obligación para esta película ni ninguna otra. Pero quiero decir que yo tengo bastante fresco, a pesar de todo el tiempo que pasó, lo que significó aquel momento.

Pero sé que la película va por otro carril, que encaja el relato en el tradicional esquema clásico de un pequeño personajito gris que se convierte en un héroe, luchando contra una gigantesca estructura de poder. Que serían en este caso, Strassera y ese grupo de jóvenes investigadores, Pero me parece que eso resultó una limitación desde mi punto de vista.

BD: También da la sensación que, además de estar abstraída de lo que vos, decís que era el pasado, el film tampoco ayuda a comprender el futuro. Porque sabemos que después vinieron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el indulto y largos años de impunidad, que han resultado en sostener las fuerzas represivas tal cual las conocemos hoy.

RP: Claro, el espionaje represivo que continuó intacto y los miles de represores que continuaron haciendo sus negocios con los distintos gobiernos. Por eso creo que me impactó  negativamente en ese sentido. Ahora, yo estoy sorprendido y quedé muy emocionado por otro aspecto en la película: yo fui a verla a un cine repleto de gente, que en la mayor parte aplaudió al terminar. Mucha gente estaba conmovida y eso me parece algo maravilloso que creó la película, y es un fenómeno que se da producto de un arte popular como es el cine. O sea que puede llegar a convocar a una conmoción afectiva de miles de personas, que en nuestro país se sienten convocados justamente a un desafío consciente, emocional, histórico, frente a la película. Y me parece que sí, que la película realmente movió algún elemento que hizo que tantas miles de personas estén yendo a verla, a emocionarse, aplaudirla, a reavivar la discusión. Esta discusión que estamos haciendo nosotros la están haciendo por todos lados, de distintas maneras, crítica o favorablemente. Pero a mí me parece genial que una película promueva esto, provoque un intercambio tan auténtico entre nosotros.

Estamos rediscutiendo la historia Argentina a partir de un hecho clave, de un momento clave, y eso me parece no solo valioso sino que me parece que siento ahí lo que yo reivindico como cineasta del cine: esa cosa tan encantadora de las películas, que puede convocar por el lado emotivo, pero a la vez tocar también un montón de teclas diferentes para los espectadores, abrir un montón de vías de acceso. Algunos entran directamente por el suspenso que podía haber, si estos tipos podían lograr o no que el juicio se lleve a cabo; otros pueden entrar por el lado humorístico que intencionalmente le aplicó Llinás, a partir de lo que les contó el hijo de Strassera, que era de hacer chistes negros todo el tiempo y que el hijo lo vivió como un adolescente inquieto -eso es algo que está muy bien utilizado en la película- y sé que son cosas que funcionan hacia los espectadores, que establecen un puente de identificación que facilita la emotividad en el público.

Y me parece que más allá de la película en sí, hay un reflejo en un gran sector de la población que responde a una convocatoria como esta, que conscientemente quiere ir a conmoverse  alrededor de este tema. Eso me parece que es algo valioso no solo desde el punto de vista cinematográfico sino desde el puno de vista político, y que vuelve a plantear para mí en qué situación estamos los espectadores, muchos espectadores, cada uno con su diversidad de sensibilidad en el país. Por qué aún un tema como este, tan controvertido y tan en discusión siempre, por suerte, sigue siendo tan convocante. Yo rescataría, tratándose de una película sobre semejante hecho histórico, que ha provocado un fenómeno que es de abrir algunas discusiones que subyacen a lo largo de las décadas y que se intentan tapar siempre. En general, los gobernantes, las instituciones tratan de subsumir la importancia histórica que tuvo ese momento, que fue un momento muy controvertido.

BD: ¿Rescatás alguna escena en particular que te haya parecido más interesante que otras?

RP: Yo creo que, por ejemplo, hay algo muy interesante que es la ausencia de Alfonsín. Porque el radicalismo, fundamentalmente de la mano de Balbín, estaban totalmente en contra del juicio y de condenar a los milicos. El radicalismo fue muy coherente: durante toda la dictadura les cedió su estructura al gobierno nacional de la dictadura, la misma que después le cedió al Pro; decenas de intendentes, gobernadores, incluso que siguieron gobernando sus distritos para los milicos como después para Macri. Pero Alfonsín estuvo manejándose sobre un borde peligroso, porque no quería decepcionar a esa tremenda movilización social que había. Entonces me parece que eso está muy bien narrado en la película, con ese encuentro que no se lo ve Alfonsín, que está tras una puerta, que lo recibe a Strassera en una casa. Y está muy bien resuelto porque está contado a través de la mujer de Strassera; o sea, baja toda esa cosa de tremenda institucionalidad que cubre a un Presidente de una Nación, a una conversación matrimonial muy sencilla; y que cierra bien porque al final dice: “me dijo que está expectante de lo que resuelva el tribunal”. Creo que fue bastante así ese momento, esa ubicuidad de Alfonsín, que tuvo que ver con que ahí sí, la fiscalía y el tribunal tenían que resolver por su cuenta.

Pero también me pareció muy desaprovechado a nivel narrativo, o no sé si tan bien utilizado, el testimonio de Laborde, que fue tan decisivo a nivel histórico no solo en ese juicio. No me pareció muy bien resuelto narrativamente. Está claramente ubicado en la película para impactar así como impacto en aquel momento, porque fue tremendo. Mucha gente ahí tuvo que cambiar el chip, directamente conmovida por lo que significaba escuchar directamente la tremenda crueldad represiva de la dictadura y los aparatos represivos.


Para conocer más del trabajo cinematográfico de nuestro entrevistado se puede ingresar en este enlace a la plataforma Vimeo – Rubén Plataneo, en el que se encuentran muchas de sus producciones, incluida Muertes indebidas, un largometraje basado en testimonios de familiares de desaparecidos, que posteriormente fue ampliado y mostrado finalmente en forma de mini serie de siete episodios, en la que se incluyen testimonios que habían quedado afuera del metraje original del film.

Triler oficial de la serie Muertes Indebidas