Por Juanjo Lázzari

Fotos: José Vergara

El jueves 23 la ciudad mostraba ese ritmo frenético, casi histérico, de casi todas las jornada previas a las fiestas de fin de año, inmersos en una locura de compras de última hora, tal vez no vieron que otra movilización cruzaba el centro con destino al “honorable concejo deliberante”, que por cierto a esa hora lucía custodiado por los perros sarnosos del poder (policías).

Pero ¿Qué iba a pasar dentro de ese recinto esa mañana? ¿Por qué en épocas de fiesta se movilizaba tanta gente y ameritaba tal presencia policial? Sencillo, en esa mañana los concejales de la ciudad, como siempre a esta altura del año, se convertían en algo así como la contracara de Robín Hood o, más apropiado a la fecha que transitamos, como un Papá Noel que roba regalos de los arbolitos en la casa del pueblo trabajador.

Con el voto de los concejales Pasaglistas (Juntos x el cambio) y con la bravata opositora de los representantes del Frente de Todos, se aprobó el aumento del boleto de colectivo, las tasas y la privatización del Cementerio Municipal.

Está claro a esta altura que se nos viene un 2022 con varios golpes al bolsillo de los nicoleños.

La empresa monopólica del transporte local (Vercelli) pidió la actualización de la tarifa y el amigo de ruta en el poder municipal, a través de sus ediles, se lo otorga: casi 50% de aumento en la tarifa plana del boleto de colectivos, pasando de $45 a $56 en enero y $67 en marzo.

Las tasas municipales subirán en tanto, 23% de manera inicial, para luego tener otras tres subas trimestrales de hasta un 9% cada una. También se llevó a cabo la votación para el aumento de la fiscal y tarifaria correspondiente al año 2022, que tendrá un incremento por encima del 50%, llegando hasta el 100% en algunos rubros.

Luego de perpetrar un nuevo robo al bolsillo de los trabajadores, los concejales entraron en sesión extraordinaria para votar el presupuesto 2022. Aquí primo la “responsabilidad” de los concejales del Frente de Todos, que acompañaron el proyecto, que entre otras cosas otorga un 49% de dicho presupuesto para la obra pública, de la que mucho se podría hablar, mientras que el otro 51% se divide entre servicios y sueldos (pregunta: ¿no hay en ciernes una tercera ola de Covid? ¿Ameritaría, quizás, haber jerarquizado la Salud y la Educación?).

Para no quedarse nada más que en esas menudencias, también votaron la autorización para la concesión de la privatización del cementerio público, como así también el plan de manejo y zonificación del «EcoParque»,eufemismo para la destrucción de un habitad natural convertido ahora en un paseo dominguero (Para más información, leé: Parque Aguiar. Reserva Natural vs Eco Parque, Marcha por el Parque Aguiar. Salvar lo que queda).

En la mañana de ese mismo día se conocía que el ejecutivo local no solventaría este año el transporte de los pibes a las colonias de verano que, como todos los años, se realizan en enero. Lo que hace que el traslado hasta los polideportivos deba ser costeado por las familias de los chicos y los propios docentes. Es que los casi 141 millones recibidos como fondo educativo no alcanzaban para garantizar el pago de dicho transporte, por cierto estoy siendo sarcástico.

No me parece que haya mejor demostración de cómo funciona la democracia clasista (burguesa) que lo que pasó este 23 de diciembre: adentro del recinto, un montón de levantamanos a sueldo votando lo que el poder necesita, afuera las fuerzas represivas custodiando que puedan votar y amedrentando vecinos que ven cómo, día a día, la cuerda ahorca un poco más.

Por suerte en los mismos días Chubut (Chubut resiste: la Legislatura derogó la ley de megaminería) nos dio un ejemplo de otro tipo de democracia y de cómo se pueden cambiar las cosas.