La marcha del 23 de abril puso de manifiesto que una de las cosas que este pueblo está dispuesto a defender de la estocada mortal que pretende darle el gobierno de Milei, es la educación pública. En la siguiente nota, Marco Britos nos invita a pensar otras cuestiones que complejizan el tema ¿Cuánto queda verdaderamente de la educación pública? ¿Qué tipo de universidad necesitamos? ¿Al servicio de quién? Invitamos a leerla.

Marcos Britos fue trabajador no docente de la UBA y como tal participó siempre de la vida gremial y política universitaria. Días antes de la gran Marcha Federal Universitaria, publicaba en Contrahegemonía Web un artículo que recomendamos leer: Ni motosierra, ni mercado académico. Democracia directa. Fuera las empresas. Universidades para los trabajadores y el pueblo.


Borrador Definitivo: Que tal Marco, gracias por la nota. Queríamos hablar con vos porque leímos una nota tuya en Contrahegemonía Web, que se publicó unos días antes de la marcha del 23 y nos aportó una reflexión que va más allá de la propia movilización. Aparte de compartir los conceptos que vertís en ella, nos parecen muy interesantes como parte de un debate mucho más general abierto ¿Cómo defender la educación pública de este ataque, sin dejar de cuestionar el estado de las cosas hasta ahora? ¿Cuál es tu mirada al respecto?

Marcos Britos: El punto que a mí me llevo a escribir eso, es algo que viene de mucho tiempo atrás. En el año 86, se fundó una sociedad anónima, integrada con capitales, 25% cada uno, de: la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial Argentina, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (que en ese momento era la municipalidad del peronista Carlos Grosso) y la Universidad de Buenos Aires, cuyo rector era Oscar Julio Shuberoff. La Universidad de Buenos Aires puso el 25% del capital necesario para crear la sociedad anónima. Esta sociedad anónima tenía por fin generar las mecánicas necesarias para establecer un vínculo entre la universidad y las empresas productivas privadas, para que la universidad viera la manera de establecer ese vínculo que permitiera transferir el conocimiento generado en las universidades a la empresa privada. ¡En el año 86! La realidad de la universidad hoy, es una consecuencia de la dinámica de ese proceso que se abrió hace tantos años.

BD: Una observación, Marcos. Eso fue en el 86. Porque después vino el menemismo con la Ley de Educación Superior, que terminó consolidando y profundizando esto que vos nos estás contando, ¿no?

MB: Sí, claro. Porque en realidad este fenómeno no surge inicialmente en Argentina, fue una propuesta de sectores de la educación universitaria francesa. Antes de llegar acá, en la burguesía europea, en particular de Francia, se había empezado a dar esta política impulsada por los sectores dominantes. Entonces, lo que tiene de particular esto es que tantos años después, este  mecanismo ha logrado que la Universidad Pública, que hoy se defiende correctamente y que correctamente corresponde enfrentar a Milei y su plan, que es liquidar los cimientos de la Universidad Pública, tiene un correlato en esta política que ha permitido que ahora Milei venga con esta orientación contra la Universidad Pública.

Y ha sido, como vos decís, el menemismo que ha promocionado a fondo esta perspectiva. Y el Pacto de Olivos del año 94 le dio una fuerza terrible a lo que había abierto Shuberoff. Y fue el pionero, digo, porque fue la primera universidad, la UBA, que generó esta orientación. Pero después entraron todas las demás. Y es una orientación contrapuesta a la Universidad del 66, digámoslo así, de la Universidad realmente pública en términos absolutos. Era una traición a los principios de la Universidad Pública, esta perspectiva que se abrió con Shuberoff, y que ahora tiene las consecuencias que estamos viendo.

Es decir, la lucha por el presupuesto universitario fue una pelea que se fue abandonando progresivamente, porque los fondos propios generados por la Universidad tenían como objetivo, en parte, no tener que depender del Estado Nacional para poder generar un funcionamiento público de la Universidad. Y eso trajo aparejado los convenios con las empresas. Claro, entonces, el convenio con las empresas genera un capital, ese capital acumulado es muy grande y cada vez es mayor.

Entonces, en este caso, la Universidad Pública generó un capital privado propio y a partir de  la reforma constitucional del 94  no debía  rendir cuentas al Estado Nacional de la administración de esos fondos, lo cual hace que la Universidad Argentina tenga una autonomía y una autarquía que casi la transforman en una especie de república dentro de la República. Bueno, en esto también tenemos que aclarar que tampoco se rinden cuenta  ni a los estudiantes, ni a los docentes, ni a los trabajadores de la Universidad. Obviamente. Esas cuentas son las que manejan en exclusividad los funcionarios, y tenemos que lamentablemente, aceptar que esa es una casta universitaria. Me preocupa que exista una casta universitaria, el asunto es cómo se resuelve el problema. Milei resuelve el asunto diciendo que hay que meterle una motosierra a la universidad y hay que reventar los cimientos de la universidad pública y nosotros tenemos que presentar otras alternativas que hay que elaborar entre todos.

BD: Antes de entrar en eso, para bajar a tierra esta especie de  privatización del conocimiento. Para ir a lo concreto, las facultades de medicina tienen convenios con laboratorios privados, por lo tanto las currículas tienen que ver con los medicamentos y no con la prevención. Las facultades de agronomía, con las empresas de agrotóxicos, entonces no van a denunciar los efectos del glifosato. A mí siempre se me ocurre el ejemplo del trigo transgénico HB4, que fue generado por la Universidad Nacional del Litoral y el CONICET y después le terminaron entregando la licencia a Sigman, el empresario amigo del kirchnerismo.

MB: Es para eso que se hace. El planteo original de Shuberoff y del Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires, cuando decide fundar UBATEC, tiene esta derivación final. Entonces, el planteo original, que es cómo hacemos para que la transferencia del conocimiento sea directa a la fábrica como una especie de cuestión beneficiosa para la difusión del conocimiento, encierra esta dinámica. Esto se presenta con un fin que resulta ser como mínimo engañoso en la presentación, y finalmente falsa.

Está lleno de ejemplos. Vos mencionas uno, yo te cuento otro. La Universidad de Tucumán fue la primera que investigó el tema de las leches fortificadas. El argumento para la investigación sobre leches fortificadas era el problema de la desnutrición en los barrios marginales de la ciudad de Tucumán y de las zonas agrarias marginales de la provincia. Bueno, ¿a dónde fue a parar todo eso? A leches que hoy cuestan una fortuna comprarlas. A un tarrito de 250 centímetros cúbicos que sale una fortuna, y que solo pueden comprar los tipos que no necesitan leche fortificada… Y eso es vendido como la universidad abierta a la comunidad.

Entonces, es muy complicado explicar esto, que está en el trasfondo del asunto, es muy complicado explicarlo porque se hizo en defensa de la Universidad Pública esa reconversión. Se habla en defensa de la Universidad Pública, y lo que no se dice, no se explica, no se muestra, por supuesto, por los interesados, es que la Universidad, con fondos del Estado Nacional, lo que hace es vender la producción pública al mejor postor. Y encima patentar, porque en realidad, hay secreto en los contratos con las empresas, hay secreto en la producción del conocimiento. Entonces, por cinco o diez años, no se puede informar el resultado de la investigación. Y además, a los cinco años, ¿quién se acuerda de una patente que dieron hace cinco años atrás?

BD: Esto es un entramado terrible, que muchos sectores, en los cuales nos incluimos, hemos denunciado durante años. Y hoy estamos parados, como vos decís, ante el hecho de que  Milei viene por dar una estocada final a lo que podríamos decir los restos de la universidad pública, entendida en el viejo estilo. Entonces eso nos pone ante la contradicción de que la marcha del 23 estuvo convocada, entre otros, por quienes son parte de este problema: el Consejo Interuniversitario de los Rectores, las burocracias sindicales de Fatum, de Conadu… entonces eso plantea esta cuestión. ¿Cómo intervenir en esto, Marcos?

MB: Bueno, en realidad el problema es que no hay que pensar en quién va al lado de uno para enfrentar a un tipo como Milei y su política; sino en qué dice uno alrededor de eso. Es decir, contra Milei hasta con mi peor enemigo, pero lo que pasa es que no puedo ir diciendo lo mismo que dice él. Yo tengo que tener una ubicación frente al problema, que si es la misma o similar o se confunde con la ubicación de mi peor enemigo, y bueno, tengo un problema, evidentemente tengo un problema. Entonces mi peor enemigo ¿qué está diciendo?: Por la universidad pública libre y gratuita y se mueve por eso. Bueno, yo a eso le tengo que agregar algo, inevitablemente. Yo a eso le tengo que encontrar la vuelta para que se entienda que yo no voy por lo mismo que el de al lado, que es un tránsfuga que está mintiéndole a todo el mundo desde hace 40 años.

Entonces, por eso me planteo en el escrito ese que vos mencionabas, ni motosierra de Milei, pero tampoco el mercado académico, que son motosierras pequeñas que andan dando vueltas por ahí, haciendo mierda todo. La universidad está bien, pública y gratuita para todos los trabajadores y el pueblo. Y hay que ver cómo, porque tampoco es la universidad donde todo el mecanismo de funcionamiento administrativo contable deja por fuera de cualquier control del Estado Nacional el financiamiento con capitales propios, como es una sociedad anónima. ¿En qué quedamos? Que sea pública también la contabilidad de sus fondos propios; que sean públicos, quiere decir que realmente sean controlados por auditorías públicas el funcionamiento de los fondos propios.

BD: Esto que vos decís, me parece que sobre todo tiene que ver con el control de los sujetos sociales y políticos de la universidad, que son los estudiantes y son los docentes; ese sería el núcleo central quizás.

MB: Hay una serie de problemas concatenados ahí, como si fuera una cadena maldita, porque del estudiantado se dice que está a la retaguardia, quedó para atrás. Pero al mismo tiempo, al estudiantado se le fueron restando las posibilidades de incidir en la gestión universitaria, en el control de la universidad. El estudiante de la universidad pública hoy día, no se diferencia en gran medida del estudiante de la universidad privada, porque la cabeza del estudiante cambió respecto a qué papel puede jugar o debe o tiene derecho a jugar en el interior de la universidad pública, que no es el mismo que en la universidad privada. A la universidad privada el estudiante va a recibir un servicio por el cual paga, entonces él se integra como cliente. Puede aspirar a reclamar que el servicio esté bien prestado, pero no va a gestionar la universidad privada, porque no es su universidad. En la universidad pública ese problema de cómo se ubica el estudiantado frente al poder de la universidad es similar hoy, pero no fue así, porque si no, no se entiende la reforma del 18, no se entiende el Cordobazo, no se entienden los fenómenos desde entonces para acá, en la medida en que el estudiantado intervenía porque tenía comprensión, conciencia de que la universidad era de su propiedad, no de propiedad de otro, no de propiedad de los rectores, de los decanos, del Consejo Interuniversitario Nacional, no; la universidad era su universidad porque era su propiedad, pública propiedad de él.

Bueno, ese aspecto se fue borrando en gran medida por acción también de las corrientes estudiantiles, política de las corrientes estudiantiles.

BD: Que además, en muchos casos, coincidían absolutamente con los rectores y decanos, como en el caso de Franja Morada.

MB: Tantos años de Franja Morada, universidades con estudiantes dirigidos por Franja Morada en combinación con los rectores de Franja Morada. Y bueno, entonces todo es una catarata de propuestas y acciones y actitudes que condicionan la forma de encarar la relación con la universidad de parte del estudiante. Y en los docentes pasa lo mismo. La FUBA, en el caso de la UBA, son los sindicatos de los estudiantes. Entonces, los sindicatos estudiantiles, en vez de confrontar con esa perspectiva de que el estudiante se transforme en un cliente de una universidad supuestamente pública, pero que en realidad vende su producto a lo privado, para colocar al estudiante en un buen puesto de trabajo. En vez de confrontar con eso, convocando a los estudiantes a una lectura distinta del papel de la universidad, del objetivo social de la universidad, de la necesidad de que esté al servicio de los más pobres, de la soberanía nacional, de la autonomía económica. En vez de tener una mirada social de la generación del conocimiento, tomaron como propia esa mirada de la privatización del conocimiento público, y eso tiene su consecuencia grave como lo que estamos viendo.

Ahora, este campanazo que obliga, que dio Milei, es extraordinario desde el punto de vista de lo que puede detonar. Es un campanazo porque la marcha del martes fue gigantesca. Porque es tan brutal la perspectiva planteada con Milei que hasta los propios mecanismos de funcionamiento de esta universidad, así como está hoy, saltan por el aire. Entonces, saltan por el aire y joden a las empresas, a esta gente de Milei. No sé si se da cuenta, o no le importa si se da cuenta; pero lo que genera es que las propias empresas privadas se vean afectadas profundamente por este mecanismo planteado, porque les revienta el negocio. Las empresas privadas tienen atado negocios gigantes con las universidades públicas. Revienta el negocio a los principales tipos con mucho poder, como el de Swiss Medical.

BD: Bueno, en cierto aspecto pasa lo mismo con el CONICET. No sé si vos viste que en la declaración en defensa del CONICET interviene también la UIA y la Sociedad Rural.

MB: Claro, en el abrazo al Hospital de Clínicas estuvo presente una bandera de Medicus. Y bueno. Porque acá cae todo. La brutalidad del mecanismo de creer que el capital financiero va a resolver los problemas de la vida, está reventando cualquier cosa que produzca algo.

En la marcha de pudo estar Techint también. Le conviene. A Techint le viene bien la marcha. A cualquier empresa grande que tiene algún convenio con la Universidad Pública le viene bien. A ver, en la Facultad de Medicina o en los lugares donde la electricidad es imprescindible para que los procesos de investigación se generen, ahora están en riesgo esos procesos de investigación, que por ahí salen millones de dólares, por no apagar la luz. Porque me van a cortar la luz.

BD: Bueno, por eso es, más aún, necesario ubicar la necesidad de una universidad distinta y una ciencia al servicio del pueblo, de los trabajadores, del control público de la finanza, de todas estas cuestiones.

MB: Ese es el gran planteo que deben hacerse o que me parece a mí que sería fundamental que se hagan en las asambleas donde se empiece a participar del debate. ¿Qué universidad necesitamos? ¿Esta universidad necesitamos? ¿O el país necesita una universidad realmente al servicio de las demandas de los pobres y de la nación? La verdad, esta universidad no está al servicio de los pobres. Está al servicio de que las grandes empresas hagan negocio con la universidad. Entonces, ahí está el lugar donde se le tendría que plantear a los estudiantes que se hagan cargo de la universidad. Háganse cargo ustedes de la universidad, sería mi llamado. Todos estos tipos están haciendo la universidad un cachivache.

Y hay un problema también ahí, entendido desde esa perspectiva, que es que todo estos que hablan de los rankings, que han aparecido (antes no existían los rankings, todo el mundo sabía que las universidades eran importantes por lo que hacían, porque respondían a la necesidad de la nación y de la población en su conjunto). Ahora aparecen los rankings. Los rankings están plagados de ítems para su evaluación, de este tipo de vinculaciones. ¿Cuántos convenios tiene la universidad con…? ¿Me entendés? Entonces, eso ayuda al ranking.

BD: Sí. Pero eso viene del 90, del Fomex y los acuerdos con el Banco Mundial, ¿no?

MB: Claro. Y hay toda esa época. Claro. No existía el tema antes. La universidad que se generó y se construyó a lo largo de 150 años no tenía nada de esto, porque era una universidad pública en serio. Era una universidad que dependía exclusivamente del presupuesto que brindaba el Estado Nacional, que auditaba y cuidaba y evaluaba el Estado Nacional, el Ministerio de Educación, y que no tenía ningún punto de contacto con las empresas privadas. Se armó un despelote descomunal en la década del 60 con un convenio que hizo, no me acuerdo si era la Facultad de Ciencias Sociales o la Fundación Ford, para hacer unas investigaciones… Se armó un despelote descomunal.

Y recién ahora, recién ahora, hay sectores de la izquierda revolucionaria que empiezan a pensar el problema. Lamentablemente han perdido mucho tiempo los compañeros, pero es la realidad. No hablemos del progresivismo, que fue parte de este proceso. Hay cosas del peronismo en relación a la universidad que vos decís, ¿cómo puede ser que ahora estén participando, junto con los radicales y el PRO, de la venta de los recursos del conocimiento público al mejor postor del mercado académico? Y vos decís, bueno, pero ahí cuánto se ha perdido, incluso del principio básico del propio peronismo.

BD: Bueno, Marcos. Seguramente seguiremos charlando, porque es un tema no solamente apasionante, sino que además está ubicado en el tapete. Y así como el 23 nos encontramos en las calles, habrá que seguir abonando esta pelea política que nos estás planteando. Si no, difícilmente haya alguna salida más de fondo.

MB: Es que si no vamos por otra universidad, volvemos a la universidad en donde el presupuesto público alcanza para el 25%, y el día que te dejan de pagar el presupuesto, te hunde la estantería. Y no solamente eso, sino que ese gran sector que no va a la universidad, dice ¿qué carajo me importa la universidad? Porque se pierde el vínculo social. La ciencia y el conocimiento, al servicio de los sectores populares, obviamente. Se pierde el vínculo con la sociedad necesitada. No es que solo necesitamos tener estudiantes universitarios que no tengan mucho dinero, pero hace falta igual recursos para estudiar, ¿eh? Es decir, que de los barrios marginales no llegan. Cuesta horrores. El que venda eso también es un verso. En los barrios pobres y marginales, los pibes no terminan la escuela secundaria. Y cuando terminan la escuela secundaria, en muchos casos no saben leer. Y eso se tiene que asumir para enfrentarlo, y no para cerrar los ojos.

BD: Bueno, sí, es así. Marcos, un gustazo, y  la seguimos en otro momento.

MB: Un abrazo grandote. Y, por supuesto, seguiremos, seguiremos, porque estos debates son fundamentales.