Los acuerdos de algunos gobiernos provinciales con la Empresa Estatal Israelí Mekorot para que se haga cargo de la gestión del agua potable, ha tomado estado público en las últimas semanas, con varias acciones de repudio por parte de organizaciones políticas y ambientales. Por ello es que volvemos a publicar este artículo de Mauricio Cornaglia en el mes de febrero de esta año.

El gobierno argentino utiliza una y mil veces la palabra Soberanía, pero no detiene su marcha en la entrega de la misma.


Por Mauricio Cornaglia para Borrador Definitivo

Mauricio es periodista, miembro de Paren de Fumigarnos Santa Fe y la Marcha Plurinacional de los Barbijos

“Mekorot”, compañía nacional de agua de Israel, firmó acuerdos con provincias argentinas para asistirlas técnicamente y hacer más eficiente el manejo del agua.

Wado de Pedro, como ministro del Interior viene coordinando este trabajo junto a la Embajada de Israel y el Consejo Federal de Inversiones (CFI). El primer paso se dio en el mes de abril de 2022, en lo que se denominó la Misión de Cooperación científico tecnológica en manejo del agua. De aquella visita a Israel también participaron autoridades de 10 provincias.

En septiembre de 2022 avanzaron y rubricaron acuerdos, las provincias de San Juan y Mendoza.

En la primera quincena de febrero de 2023 lo hicieron Catamarca, La Rioja, Río Negro, Formosa y Santa Cruz.

Santiago del Estero y Santa Fe, invitadas al último evento en Buenos Aires, también manifestaron su interés a que Mekorot desembarque en sus territorios.

De la boca de Wado de Pedro, uno de los posibles candidatos a integrar alguna fórmula presidencial en este 2023, se desprenden expresiones como: “Vamos a ir resolviendo cada uno de los problemas estructuralessiempre pensando en la Soberanía”.

El ministro habla de Soberanía. Pero no se le ocurre destinar recursos para las diversas instituciones locales que trabajan seriamente la cuestión del agua.

¿Qué pensarán las muchas/os argentinas/os (comunidades, profesionales, científicas/os dignas/os), que dedican sus vidas a investigar, estudiar y proponer diversas formas de abordar los problemas vinculados a la protección y distribución del agua para los pueblos?

El gobierno argentino habla de Soberanía y de Derechos Humanos, pero le abre las puertas (aún más), a la empresa nacional de agua del país cuyo régimen ha sido catalogado como Apartheid por organismos internacionales.

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Mekorot está en el listado del Consejo de DDHH de la ONU de 112 empresas israelíes y extranjeras denunciadas por favorecer, promover y financiar la ocupación israelí del territorio palestino a través de nuevas colonias.

Israel prohíbe a los palestinos abrir nuevos pozos, paralelamente Mekorot extrae grandes cantidades de agua de esos territorios “ocupados”, para abastecer a los asentamientos israelíes. Violando de esta manera varios pactos internacionales.

Es el control del agua, para dejar al pueblo palestino sin el elemento vital para las vidas, y expulsar a sus comunidades, sostiene Maren Mantovani, coordinadora de relaciones internacionales de la campaña palestina Stop the Wall (Paremos el Muro).

En el mes de marzo de 2022, antes de la visita del ministro Wado de Pedro y la comitiva argentina a Israel, el Relator Especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados condenó las acciones de la empresa Mekorot, calificando el proceso como apartheid contra el pueblo palestino en Gaza, Cisjordania y Jerusalén este.

El buen vínculo entre países no es nuevo, lleva muchos años. En este sentido es oportuno recordar que Israel fue el primer país que visitó el presidente Alberto Fernández, a poco de haber asumido.

Las negociaciones con la compañía nacional de agua del “estado invasor” Israel, tiene antecedentes. Hace algunos años, durante el gobierno de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires, se pretendió avanzar con este tipo de acuerdos con Mekorot. El rechazo masivo de múltiples organizaciones obligó a suspender aquellos intentos.

Es evidente que la dirigencia política argentina está decidida hace mucho tiempo, a profundizar los modelos de dependencia, la entrega de territorios para continuar con el gran saqueo y la pérdida de soberanía. Y con ello, la vulneración a los derechos de la naturaleza y la violación a los derechos humanos.

Según se desprende de lo expresado por funcionarios nacionales y directivos de la empresa, los objetivos de los acuerdos firmados y por firmar con las provincias, entre otros serían: arancelamiento de todos los servicios de aguas, modificación de leyes provinciales, reordenamiento total de los usos y destinos de la infraestructura existente, creación de valores económicos y financieros para establecer un costo del agua en la Argentina.

Como se viene sosteniendo, Latinoamérica toda, y en particular Argentina, ha sido elegida como, “zona de sacrificio”. El modelo extractivista en todas sus variantes es política de estado.

Las aguas de la cordillera y otras regiones están entregadas a los diversos proyectos mineros y al fracking.

Las del mar, a la depredación ictícola y a la exploración sísmica para futura contaminación con hidrocarburos.

Las aguas de napas contaminadas por los más de 600 millones de litros de agrotóxicos que utiliza el modelo de envenenamiento. Al igual que las aguas de los ríos, arroyos y lagunas.

Millones de personas no acceden a agua potable, otras tantas la consumen contaminada. Las que pueden, están obligadas a comprarla.

Paralelamente, comunidades en todos los rincones del país, resistiendo y organizándose para seguir enfrentando el avance de este modelo de “muerte”. Cuidando la biodiversidad, protegiendo la salud de la población y de los territorios. Defendiendo la VIDA.

No daría la impresión de que Mekorot se establezca en el país con sus “nobles” acuerdos, para acompañar y fortalecer las luchas de las comunidades y sus conflictos socioambientales. O como sostiene el Ministro del Interior argentino: “Estos acuerdos nos hacen pensar la Argentina del futuro, son parte de las soluciones y llegaron para conformar la agenda del futuro. Siempre pensando en la soberanía nacional y en la felicidad de cada uno de los y las habitantes de nuestro país”. Sino más bien, para darle continuidad a los planes que desde hace más de cuatro décadas se vienen ejecutando, a favor de los grandes capitales, alejados de las necesidades de las mayorías.

Y para demostrarnos que los nefastos años 90, no finalizaron. Y que, en relación a gran parte de la clase política, como dice un amigo, “del Menemismo no se vuelve”.