Reproducimos aquí la editorial de nuestro programa radial, Borrador Definitivo, referida a las próximas elecciones del domingo 14 de noviembre. Texto que asumimos colectivamente como reflexión sobre este tema, previo a los comicios. Ya con los resultados sobre la mesa, seguramente podremos profundizar algunas cuestiones y descartar otras.


En las próximas elecciones se elige, en la mayoría de los distritos, cargos legislativos: las comúnmente llamadas “elecciones de medio término”. Remarcamos esta obviedad porque este tipo de elecciones, en general, no han tenido mucho peso en la historia política argentina, desde la caída de la dictadura en el ‘83 en adelante. Haciendo memoria, la elección de medio término que sí tuvo mucho peso, y que fue definitoria en la vida política del país fue la de octubre de 2001, que significó el marco anticipatorio de los sucesos de diciembre de 2001 y la caída de De La Rúa. Esas elecciones marcaron algo que quedó grabado a fuego en la memoria de la burguesía criolla, que fue el profundo rechazo a la institucionalidad política en general. ¿Cómo se expresó este rechazo?: con un altísimo número de abstencionismo y un aún más alto número de personas que votaron en blanco o impugnaron su voto, anticipando lo que meses después se convertiría  en una consigna que cruzó todo el país: “que se vayan todos”.

Pero si decimos que las elecciones legislativas tienen poco peso en la política argentina, ¿qué podemos decir de las PASO de una elección legislativa? Unas PASO donde no se decide prácticamente nada, sino que funcionan como una encuesta a cielo abierto. Sin embargo, la derrota sufrida por el oficialismo,  la pérdida de votos por parte de la oposición y los índices de abstención, dejaron al gobierno tambaleante, y desnudaron la crisis interna que tiene, ya no solamente el Frente de Todos, sino todo el régimen político burgués.

Hoy la expectativa más grande que tiene el Frente de Todos es repetir los números de las PASO. En realidad, la mayoría de las encuestas (aun atendiendo a lo poco confiables que se han vuelto las encuestas en los últimos años) coinciden en que el oficialismo está más cerca de perder votos, o si no votos por lo menos porcentaje de votos, con respecto a lo obtenido en las primarias.

Ante esta situación, el objetivo del gobierno es aumentar el porcentaje de votantes, que no llegó al 70% del padrón. Se amenaza incluso con penas más duras a los que se abstengan (multas de entre 5 y 8 mil pesos, inhabilitación para trabajar para, o ser proveedor del estado). Con esto, el peronismo se juega a recuperar votos, suponiendo que gran parte de quienes se abstuvieron sean ex votantes desencantados del gobierno, a quienes se pueda captar bajo la amenaza de: “nosotros o el macrismo” para lograr que, aunque sea asqueados, terminen votándolos.

Más allá de que esta maniobra dé o no resultado, el panorama que se le presenta al frente gobernante no es alentador. Analistas políticos de los principales diarios burgueses coinciden en que el gobierno podría perder la mayoría en la Cámara Alta. Este no es un dato menor porque sería la primera vez desde el ‘83 para acá, que el “pan peronismo” (el peronismo en todas sus variantes y con todos sus internas, supuestamente unido) perdería el control del Senado. Recordemos que la Cámara Alta tiene que ver con la representación de cada provincia, es la institución más feudal que tiene la composición del parlamento, donde cada distrito goza, independientemente de su cantidad de habitantes, de dos senadores por la mayoría y uno por la minoría, lo cual es lo más antidemocrático que puede haber. Y esto no sería todo, según como se den los números  el peronismo podría perder incluso el quórum propio en Diputados.

Esta situación hace que estalle la crisis interna en el frente gobernante. ¿Qué va a pasar con los diferentes sectores en pugna al interior del gobierno? Por un lado están los sectores que responden al peronismo de los gobernadores. Por el otro, los varones del Conurbano, en quienes se ha apoyado mucho Kicillof en esta última parte de la campaña. También está el kirchnerismo, quizás el sector con mayor cantidad de votos propios dentro del frente, pero también con la mayor cantidad de votos en contra, el sector que mayor rechazo produce hacia el resto de la población. Y finalmente, las organizaciones sociales ligadas al poder de la iglesia y a políticas prebendarías. Todas estas fuerzas se han demostrado inútiles desde el punto de vista burgués para gobernar en conjunto, llevándonos a una crisis aun mayor que los desastres ocasionados por el macrismo. Pero a su vez, ninguna de esas fuerzas  tiene futuro por fuera del frente. No pueden amenazar mucho con irse porque no tienen adónde ir. Y después está el propio presidente, que no pertenece a ninguno de los sectores en pugna y se ve tironeado por todos, y cuyo destino es incierto si se repite el resultado de las PASO o algo peor.

Del otro lado está el  “Rejunte por el cambio”,  también dividido y hecho pedazos, y con sus principales figuras compitiendo en una carrera personal por el 2023. Tanto que la figura otrora indiscutida como líder de ese sector, Macri, ahora es bastante discutida. Si no, veamos su presentación ante la justicia en Dolores, donde sus correligionarios lo dejaron solo. También Juntos por el Cambio está en una crisis, incluso sin saber muy bien qué posición tomar ante esta situación política tan particular ¿Qué van a hacer ante una derrota del gobierno en las elecciones?, ¿van a diferenciarse e intentar fortalecerse como recambio, o van a intentar socorrer al gobierno de Fernández como hizo el peronismo después de diciembre de 2017 con la consigna “hay 2019”?

El problema que representa este panorama escapa a los partidos del gobierno y de la oposición. También es un problema para la propia burguesía, FMI incluido: ¿con quién va a negociar, con un gobierno en esas condiciones, con un parlamento dividido? ¿Quién va a tener iniciativa política para llevar adelante las medidas reclamadas? ¿Quién va a aplicar los planes de ajuste, las reformas laboral, previsional e impositiva reclamadas por la burguesía y el FMI?  Esto nos está hablando de una crisis del régimen, de ese entramado de instituciones de las cuales la burguesía se sirve para aplicar sus planes. Y evidentemente esa crisis es muy importante.

Paralelamente a esto hay otra crisis, que podríamos llamar de representación. Ésta se expresó en los números de abstención en las PASO, el aumento del voto en blanco y el impugnado, sumado a las opiniones de amplios sectores que, aun yendo a votar, demostraron una desconfianza con los mecanismos de la democracia burguesa, un rechazo contra todo lo que sea política, e incluso, de manera confusa, contra todo el sistema (el voto a propuestas como la de Milei podría expresar parte de este sector). Esta es la crisis de representación de la que hablamos y asusta a la burguesía, que como decíamos, tiene marcada a fuego la experiencia del 2001.

En este marco, algunas notas periodísticas vienen hablando del crecimiento electoral de la izquierda y de la preocupación del gobierno por ello. No sabemos si eso es cierto o si es una campaña de parte del Fdt para endurecer su propia tropa, asustando a los votantes con la amenaza de “los zurdos” así como pretende asustar con el macrismo. O si en realidad el FIT-U tiene posibilidades de seguir creciendo electoralmente.

Ya que mencionamos  a los partidos que se reclaman de la clase obrera, de izquierda, nuestra visión no está ubicada en su crecimiento electoral o no. Nos interesa su política y si creemos que ésta puede servir a la necesaria recuperación y unidad de las fuerzas que se dicen revolucionarias y sobre qué bases.

Si nuestro análisis sobre que se está desarrollando esta doble crisis -de régimen y de representación- fuera cierto, correspondería según nuestra humilde opinión y desde una perspectiva marxista alentar, denunciar y responder a este hecho. Porque entre otras cosas el repudio al régimen, que se expresa de manera todavía confusa y sin salida, es correcto. Estas instituciones y esta política huelen a mierda. Y a eso, lamentablemente la “izquierda” que participa de las elecciones, no lo dice. Por el contrario interviene de la manera inversa: para embellecer al régimen. Intenta convencernos que si ellos están ahí, algo cambiará.  Si uno mira los spots publicitarios expresan esto. El spot de las bancas es un ejemplo de eso: se roban las bancas del Congreso, las dejan en los barrios y son los explotados, sentados en esas bancas, quienes hacen las demandas que creen convenientes. Es una idea original, pero lo cierto es que lo que nos están diciendo es que los reclamos y las necesidades de la clase trabajadora y los oprimidos, tienen que morir en esa cueva de ladrones que es el Parlamento.

Qué bueno sería que usando estos mismos argumentos plantearan robar las bancas para quemarlas, para construir otras, creadas con mecanismos de democracia real, no para llevar los reclamos a las instituciones del régimen sino como una salida independiente. Indudablemente esto es un grave problema, porque están generando una política que va a quedar entrampada en eso: en ser la pata izquierda del régimen, por más que tengan cierto éxito electoral y aunque conformen una bancada interesante.

A pesar de estas crisis que marcamos el sistema capitalista sigue funcionando. Como los músicos del Titanic, tocan y tocan más allá de que el barco se esté hundiendo. Y en ese sentido hay políticas que, a pesar de estar cruzadas por lo electoral, continúan y no se ponen en discusión:

Las políticas extractivistas que  siguen llevándose adelante cada vez con más énfasis  no van a cambiar por un resultado electoral, y ni siquiera con un nuevo gobierno. Como tampoco cambiarán las políticas que achican cada vez más los bolsillos de los trabajadores y los desocupados. Ni las medidas que reconvierten el mundo del trabajo, la educación y la vida misma.

Por eso, mientras que los partidos del régimen acuerdan la negociación con el FMI. Es decir, los ajustes que el mismo gobierno asume que está aplicando. Y para ello sostiene a Martin Guzmán, que hoy está presionado para que, más allá de declaraciones pomposas, definan qué quieren hacer con el FMI. Indudablemente van a terminar acordando y aplicando el ajuste y las políticas del fondo, por más que, en estos días previos a las elecciones, crezcan las voces anti-fondo cuando hablan para la tribuna.

Por ahora, esta crisis se expresa en las alturas, en los espacios de poder. Es evidente que más allá de valientes luchas de resistencia, no se avizora  una fuerza que pueda aprovechar esta situación a favor de los sectores explotados, trabajadores y populares. Y como la vida sigue pulsando a pesar de la barbarie, quienes hacemos Borrador Definitivo apostamos a eso y tenemos posicionadas ahí nuestras expectativas.

Un comentario sobre “Las elecciones como expresión de la crisis del régimen”

  1. En CABA existe otra izquierda que critica sostenidamente el régimen político y social: Autodeterminación y Libertad. A diferencia de los partidos del FIT-U que de matan 365 días al año entre ellos por ver quién dirige a la clase trabajadora, desde AyL apostamos a que la clase se AUTODIRIGIJA. Ese es el sentido de nuestra existencia, como verán una concepción opuesta a la de la izquierda tradicional, de partidos dirección. De ahí, fundamentalmente, es que no formamos parte del FIT-U. Tampoco avalamos acuerdos por bancas y luego matarse en las empresas, como en las últimas elecciones del SUTNA donde La Lista Negra (P.O.) se enfrentó con la Roja/Granate/Marrón (PTS): Allí el FIT-U, donde la unidad de la clase para enfrentar patronales, gobierno, burocracia y represión es fundamental, no existe.

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