En el mes de mayo, la producción de acero aumentó (con respecto al mismo mes de 2020) un 101%. Pero más allá de la comparación con el peor momento de la pandemia, mes a mes, el crecimiento se mantiene constante. ¿Redunda esto en mejores sueldos y más derechos laborales para los obreros y obreras de las acerías? Veamos.


Por Elizabeth Moretti Entrevista: Borrador Definitivo RADIO

Desde principios de año hay una noticia que se repite mes a mes: el progresivo aumento de la producción de acero. Tan evidente resulta este crecimiento que incluso corre un rumor que dice que los directivos de Siderar estarían considerando poner en funcionamiento un horno que se encuentra parado desde hace, por los años, ocho años atrás.

En una zona donde se sitúan dos de las acerías más grandes del país, como son Siderar y Acindar, este dato no puede ni debe pasar desapercibido. ¿Por qué?, porque mientras las empresas aumentan su producción y sus ventas, la realidad de la clase trabajadora de la región es bien diferente.

Más allá de los datos de pobreza y desocupación regional, que siempre se colocan por encima de la media nacional y que golpean con más fuerza a los sectores de por sí más precarizados: mujeres y jóvenes, tampoco la realidad dentro de las fábricas parece estar en concordancia con esta recuperación económica de la que gozan los empresarios.

Si uno dialoga con obreros, saldrán a la luz varios datos. Uno de ellos es que este aumento en la producción se está haciendo con el mismo plantel que hace unos meses atrás, e incluso, en algunos casos, reducido por el impacto del Covid. Situación que redunda en ritmos de producción más acelerados, mayor explotación y extracción de plusvalía y la exigencia a los trabajadores de desempeñarse en una variedad impensada de tareas.

“A nosotros no nos están capacitando –nos contaba un trabajador de Siderar- nos están metiendo en un puesto 15 días, después en otro puesto. Te enseñan un poco, entre que vos trabajas en un puesto tenés que ir aprendiendo lo que te va a tocar hacer después en el otro puesto. Esa es la idea de ellos, esos trabajos multifunción, hacer varios trabajos a la vez, porque a ellos les conviene, imaginate que con una persona, cubren 5 puestos”.

Esto se complementa con el aumento proporcional de empleados de empresas tercerizadas y con contratos temporales que se suman a la planta, tanto para cubrir puestos de trabajadores que están con licencia como de jubilados (cuando se los cubre). Por supuesto que los derechos laborales de estos obreros son aún menores que aquellos de los que todavía gozan los efectivos.

“Y los de compañía pelean muy atrás, tienen que aplicar su mejor ingeniería para encontrar alguna extra por ahí perdida, para hacer un poco más de plata porque no llegan a fin de mes –nos sigue contando el mismo trabajador-. Los que peor la pasan son ellos y cobran menos de la mitad que nosotros. Por ejemplo, no los isopan; a nosotros nos obliga a isoparnos, aunque no queramos, y a ellos no los dejan isoparse, y están en el mismo sector que nosotros. O no les dan el barbijo que tenemos que usar nosotros, no les dan las mismas cosas que a nosotros… Ahora para cubrir toda la gente que se está jubilando, toman pibes y los contratan por mes”.

No es de extrañar, con trabajadores agotados por jornadas extenuantes, con poca experiencia y casi nula capacitación en el puesto y la exigencia de cumplir más de una tarea al mismo tiempo, que surjan “accidentes” como el que hace unas semanas le costó la vida a Brian Albornoz, trabajador de Acindar. Esta empresa, de hecho, viene de cumplir un récord de productividad, del cual se enorgullece, producto del aumento de las toneladas producidas, con la misma o menor cantidad de empleados.

Cartel ubicado en Acindar, dando cuenta del récord de productividad, medido en toneladas/hombre.

Uno grupo de obreros de dicha fábrica se dieron a la tarea, en noviembre del año pasado, de comparar su sueldo con la evolución de varios precios de referencia, y el resultado (que presentamos en el siguiente cuadro) demuestra a las claras cómo la retribución de los trabajadores va quedando cada vez más retrasada conforme el aumento de los precios y las ganancias empresariales.

Fuente: https://prtarg.com.ar/2020/11/03/la-plata-no-alcanza-esto-no-da-para-mas/

“… mientras la evolución del salario desde el 2016 hasta ahora fue de un 177%; la evolución del precio de la carne fue de un 358% y la evolución de la canasta familiar para Rosario y la zona fue de 249%… Pero más fuerte es aún la comparación de la evolución del salario real en dólares ya que mientras la tonelada métrica del acero a nivel mundial tuvo un incremento del 18% (con picos del 53% en el 2018), el ingreso en dólares disminuyó un 75% dejando el salario de los trabajadores de las siderúrgicas argentinas en los más bajos a nivel mundial” marcan los compañeros en la nota que acompaña las cifras.

Si actualizamos los valores tomados en el cuadro comparativo, el salario promedio de un obrero de Acindar (un poco por encima que el de Siderar) se sitúa alrededor de los 90 mil pesos, lo que equivale a unos 520 dólares. La tonelada de acero se sitúa en los 463 dólares. Pero las cuentas dejan de cerrar cuando nos fijamos en los precios de los productos de consumo cotidiano: la nafta está alrededor de los $104, el corte de cuadril, con suerte, se puede conseguir a $820; todos estos aumentos dan como resultado, según ATE Indec, una canasta básica familiar de $99.929, casi 100 mil pesos para no ser pobre. Como vemos, el salario de los trabajadores sigue quedando muy atrás, no sólo de las enormes ganancias empresariales, sino también de las propias necesidades cotidianas de cualquier familia obrera.

Resta preguntarnos, en esta situación, qué están haciendo los representantes gremiales para pelear, no sólo por aumentos salariales (muy necesarios), sino por la defensa de los derechos laborales amenazados por el constante avance de las patronales. Quizás seamos en extremo suspicaces, pero nos parece escuchar sólo un silencio sepulcral como toda respuesta.

Por la actitud de los gobiernos de turno ya ni vale la pena la pregunta. Si miramos nuevamente el cuadro de más arriba, salta a las claras que, sea quien sea que esté en la casa rosada, no es más que un socio gerencial de las patronales.