Desde hace meses, la costa del Delta del Paraná se llena de humo, humo proveniente del humedal, de las islas de jurisdicción entrerriana que vienen siendo arrasadas por el fuego que, como se dice por ahí, siempre es político.


Entrevistas: Alejandro Morales. Texto, fotos y videos: Elizabeth Moretti

Les habitantes de las ciudades y pueblos linderos a la costa del Paraná lo sufren. No hay vías respiratorias que no acusen el impacto del humo. Aunque más lo sufre la flora y la fauna nativa del humedal, que es destruida por el fuego. Son muchas las especies de pájaros o mamíferos marinos como nutrias o carpinchos que cruzan el río, en busca de refugio, yendo a terminar a las ciudades, donde no será fácil el recibimiento que encuentren; especies que, por lo demás, vienen golpeadas por la extendidísima sequía que sufre el Paraná desde hace varios años.

¿Y detrás del fuego qué? Las voces no se hacen esperar: ganadería extensiva, negocios inmobiliarios, empresas multinacionales haciendo «generosas» inversiones. En fin, el modelo extractivo es su máxima expresión. Si bien en la pampa húmeda no se ha descubierto petróleo, litio u otras riquezas que sí hay en otras partes del territorio, eso no significa que quede por fuera de la depredación. El agronegocio es el principal ingreso de dólares del país, y bien sabemos que ese el es único verde que le interesa al estado argentino.

Esta semana la indignación llegó a un punto de rebase finalmente, y varias ciudades se movilizaron o expresaron su artasgo de distintas formas, comunidades más o menos preocupadas por la cuestión ambiental, con más o menos ejercicio de movilización.

Rosario, la urbe más populosa por esta zona, se mantiene en una especie de estado asambleario constante, donde la pelea por la Ley de Humedales tiene su mayor expresión popular y que supo ver hitos como el corte intermitente del Puente Rosario-Victoria durante el año 2020, la Segunda Marcha Plurinacional de los Barbijos el mes de junio pasado, enre otras muchas manifestaciones para bisibilizar la problemática ambiental y de la salud.

Más al sur, nos enteramos de una nutrida marcha en Villa Constitución, donde la agrupación Villa Sin Venenos nació durante la pelea contra la instalación de un depósito de agroquímicos en el casco urbano, y hoy lidera las convocatorias por cuestiones ambientales.

Finalmente, llegamos a la ciudad de San Nicolás, donde desde Borrador Definitivo pudimos participar en una concentración convocada por la agrupación Comunidad Nicoleña por el Ambiente, y que contó con un alentador número de participantes hartos de no poder respirar. La agrupación convocante también tiene su historia de lucha reciente, y es que se formó en un acampe por la defensa del Parque Aguiar, área natural protegida que hace dos años viene siendo arrasada por el gobierno municipal en función de transformarla en un espacio de recreación turística y (dicen las malas lenguas) especulación inmobiliaria.

Aquella tarde, hicimos dos entrevistas con referentes de esta agrupación, que presentamos. La primera es con Matías Ruso, miembro de CONA:

Y la segunda es con Oscar Ramírez, guardaparques voluntario con décadas de trayectoria trabajando en el Parque Aguiar: