A pocos meses de asumido, el gobierno de Pedro Castillo se enfrenta a una gravísima crisis social. Ya no es solo se enfrenta a los sectores fujimoristas más ultrareaccionarios, sino también con los sectores obreros y campesinos pobres, que reclaman que cumpla sus promesas de campaña, abandonadas desde el propio comienzo de su gobierno.


Entrevista: Juanjo Lázzari para Borrador Definitivo

América Latina es una tierra de fuertes contradicciones, muchas veces difíciles de comprender. Perú es el ejemplo cabal de eso: siendo uno de los países con mayor crecimiento del PBI pre pandemia y una potencia minera a nivel internacional, también sufre desde hace décadas una crisis social gravísima que se manifestó con la pésima gestión del Covid. Con la mayoría de su población trabajando en la informalidad y cobrando muy por debajo del salario mínimo, con un sector campesino empobrecido y despojado del acceso a la tierra, es obvio que el supuesto crecimiento de la economía es usufructuado por unos pocos. A esto se suma una crisis política de años: de los últimos presidentes que tuvo Perú, ninguno terminó su mandato en tiempo y forma y muchos de ellos están procesados judicialmente. La crisis que hoy está atravesando el gobierno de Pedro Castillo, entonces, se inscribe en ese marco.

Para comprender un poco más de la realidad peruana es que entrevistamos a Manuel Martínez. Manuel es peruano residente en Argentina. Es periodista, analista político internacional, miembro del consejo redactor de Revista Herramienta e integrante del Frente Patria Grande. Como siempre aclaramos que las opiniones políticas vertidas por el entrevistado son propias y no necesariamente compartidas por el Consejo Redactor de Borrador Definitivo.

Borrador Definitivo: ¿Cómo son los primeros meses del gobierno de Castillo, con esta particular situación de inestabilidad política que vemos?

Manuel Martínez: Por un lado, Castillo asumió el 28 de julio del año pasado ganando por un estrecho margen de alrededor de 34 mil votos. Ese triunfo de Castillo significó la tercera derrota de Keiko Fujimori, aunque el fujimorismo, que en Perú se llama Fuerza Popular, junto con otros dos partidos de derecha que son Alianza País y Renovación Popular, esas tres formaciones de derecha más algunos sectores de centro que tiran hacia la derecha como Acción Popular, controlan el Congreso. Entonces el fujimorismo perdió,  pero seguía controlando de alguna manera el poder legislativo. Y desde el primer día empezaron a sabotear, a poner todo tipo de obstáculos para que Pedro Castillo pudiera efectivamente consolidarse y empezar a gobernar. Es una derecha reaccionaria, golpista, racista: no acepta no solamente la tercera derrota de Keiko Fujimori, sino que además no aceptan que un personaje como Castillo, que es un maestro rural, sindicalista y campesino, surgido del Perú profundo, desde un rincón de Cajamarca, finalmente ahora sea el Presidente de la República.

Desde el primer día empezó el sabotaje, un sabotaje brutal, con todo el aparato de la prensa a su favor. Entonces en 8 meses el gobierno tuvo que cambiar 4 gabinetes… En el Perú hay una figura legal que se llama “voto de confianza”: el gabinete nombrado por el gobierno tiene que ir al Congreso y el Congreso le tiene que dar su voto de confianza y si no le da al voto de confianza tiene que renunciar y nombrar un nuevo gabinete. Pero lo cierto es que en medio de todo el ruido contra el gobierno, contra Castillo, acusándolo de terrorista, de castro-chavista, de cualquier cosa, de los 4 gabinetes, presentó 3, y los 3 gabinetes fueron aprobados. O sea que la propia derecha que hace tanto lio, se quedó sola porque todos los sectores de centro más la izquierda le dieron la confianza a tres gabinetes. Esa es la realidad.

Al mismo tiempo, la constitución -que es la constitución del ex dictador Alberto Fujimori, una constitución neoliberal y reaccionaria- tiene dos figuras: una es la que ya mencioné, el voto de confianza al Gabinete de Ministros como cuestión ineludible, y otra es la “vacancia presidencial en caso de incapacidad moral”. Nadie sabe bien qué es eso de incapacidad moral, porque eso se puede llenar con cualquier contenido. Entonces la derecha, mientras hacía su campaña contra el gobierno, mientras la prensa decía de todo, mientras les hacían renunciar a los ministros, cambiaban los gabinetes y demás, en estos 8 meses presentó dos veces la moción de vacancia presidencial para sacarlo directamente del gobierno. La primera vez no alcanzó a tener la cantidad de firmas necesarias para ser debatida, pero la segunda vez sí, tuvo 76 firmas, y necesitaban 87 votos para sacarlo del gobierno. Y finalmente, llegado el momento de la votación, cuando todo el país estaba expectante de lo que estaba pasando, resulta que no votaron ni siquiera los 76 que habían presentado la moción de vacancia, sino tan solo 55. ¿Se entiende que es un juego de desgaste permanente?

B.D.: Pero más allá de esta oposición de derecha, ahora vemos que empezó a levantarse el campesinado pobre, la clase obrera, y la protesta se ha vuelto social. ¿Es así eso, y por qué?

M.M.: Lo de la vacancia presidencial sucedió el 28 de marzo pasado. El mismo 28 de marzo, mientras la política estaba en cualquiera, discutiendo vacancia sí, vacancia no, y todo ese tipo de cosas, estalla el conflicto social, el mismo día 28 de marzo. ¿Por qué estalló? Por cuestiones de la realidad internacional, que es el precio de los combustibles y el precio del trigo. El aumento del precio de los combustibles más o menos en un 12% más el aumento de los fertilizantes, que es un insumo fundamental para la industria campesina comunera, además del aumento del costo de vida, hizo que este conflicto estallara en el centro de Junín, que es una zona campesina. Empezó como una paralización del transporte de carga pesada, un bloqueo de carreteras y rápidamente se extendió de una manera increíble por 14 regiones del país. Entonces hubo bloqueos en todas partes prácticamente. Esta movilización exigía al gobierno que retroceda con el aumento de los combustibles y que cumpla su plan, que cumpla las promesas electorales.

Ahora yo creo que el gobierno se equivocó. Porque por un lado, las medidas económicas que tomó fueron absolutamente insuficientes. La primera fue levantar el impuesto selectivo al consumo para los combustibles, eso significa que el estado renuncia a cobrar este impuesto, pero las empresas hacen lo que quieren: el gobierno proclamó esa medida y al día siguiente, los precios de las naftas y del gasoil eran prácticamente los mismos. Entonces la medida fue insuficiente, no era parte de un plan global para encarar esta nueva situación, más aun cuando se está saliendo de la pandemia en un país que fue tan castigado por la pandemia. Y la otra medida que tomó fue un aumento general del salario mínimo, pero el salario mínimo en Perú lo cobra una minoría, porque el Perú tiene 71% de informalidad.

Es decir que en lugar de pensar en un plan estratégico más global que signifique por ejemplo un bono generalizado para ayudar a todas las personas afectadas, o llevar adelante el impuesto selectivo a la gran minería, como lo había propuesto el ministro de economía Pedro Francke allá por el mes de agosto/septiembre del año pasado. En lugar de llevar adelante ese tipo de medidas, tomó estas otras que no dieron mayor resultado. Entonces esto continuó.

Y el día 5 de abril, otro error, Castillo sale por la televisión diciendo que iba a decretar el estado de inmovilidad en Lima y Cajamarca, supuestamente porque los informes de inteligencia le decían que iba a haber desmanes y saqueos, etc. Un gran error porque además el 5 de abril es un día emblemático en el Perú, porque el 5 de abril del ’92, Fujimori dio el autogolpe, disolvió el Congreso, intervino el poder judicial, pasó a gobernar con los militares, impuso un régimen de terror. El 5 de abril debería ser considerado algo parecido al 24 de marzo aquí en la Argentina. Pero Castillo se equivocó completamente. Entonces la derecha utilizó esta declaración de Castillo, este decreto de inmovilidad, para decir “tenemos que desacatar y romper la inmovilidad que nos quieren imponer en defensa de la libertad”. Y lo lograron, convocaron a una manifestación en el centro de Lima que fue la manifestación más grande que pudo hacer la derecha en los últimos años. Pero no fue solo una manifestación de militantes de derecha, sino que arrastró a amplios sectores de la clase media. Y en ese mismo momento, mientras la derecha y la clase media habían salido a la calle exigiendo la renuncia de Castillo, el gobierno levanta el estado de inmovilidad, retrocede, con lo cual queda todavía mucho más debilitado.

Entonces hay una combinación de cosas: por un lado esta esa movilización popular que reclama solución a los problemas planteados por la situación económica en esta coyuntura, por otro lado, esta otra movilización, que tiene un carácter político, que busca capitalizar el descontento para avanzar en tirar abajo el gobierno. Ese sería el panorama que estamos viviendo en estos días.

B.D.: Este panorama que describís, me parece que expresa algo que viene siendo norma en el continente, este avance de la derecha con el consabido retroceso del progresismo.

M.M.: De todas maneras sigue siendo un continente en disputa. Recordemos que el año pasado hubo 4 elecciones en América Latina y el neoliberalismo solo ganó en Ecuador, porque en Perú había ganado Castillo, en Chile ganó Boric, y en Honduras ganó Xiomara Castro, que son gobiernos que tienen un perfil de izquierda o de centro izquierda. Eso se puede discutir bastante, seguramente es necesario discutirlo.

Pero la derecha obviamente acusó estos golpes, en Perú esto fue así. Pero la derecha tiene los resortes necesarios, además de tener todo el apoyo de los medios, y además de ser aliada estratégica del poder factico, es decir de las grandes empresas mineras, del agronegocio, de la banca; ha utilizado hasta ahora el espacio en el Congreso para sabotear al gobierno. Pero cuando no ha podido garantizar la votación necesaria para la vacancia presidencial, aparentemente habría cambiado de táctica y ahora estaría decidida a tomar las calles. Además esta movilización del 5 de abril es una movilización que no fue nada pacifica aunque en las redes se convocaba como pacifica: hubo grupos vandálicos organizados por ellos mismos que atentaron contra edificios públicos, por ejemplo contra el edificio de la Corte Superior de Lima y  hubo también algunos intentos de saqueo y demás. Contratan barrabravas, grupos de marginales y demás, eso lo pueden hacer sin ningún problema. Entonces hay que tener mucho cuidado con el desarrollo de esta situación.

B.D.: ¿Se puede pensar que Castillo hoy está pagando su inacción ante las promesas electorales y sus concesiones a ese sector de derecha?

M.M.: Exactamente es así. Pedro Castillo fue el candidato del partido Perú Libre, un partido que se autodefine marxista leninista mariateguista. Pero él ganó la presidencia en la segunda vuelta con el apoyo de toda la izquierda, ahí estaban el partido Nuevo Perú, Juntos por el Perú y el Frente Amplio, es decir 3 partidos más. Al principio se logró un acuerdo para sostener el gobierno, algo que evidentemente era muy positivo.  Pero el partido Perú Libre siempre fue reticente, o sea, como buen partido de la izquierda, dijo : “las elecciones las ganamos nosotros, las ganó Perú Libre, y por lo tanto Perú Libre debe tener hegemonía o mayoría en el consejo de ministros, mayoría en el gobierno”. Entonces en lugar de desarrollar una política de unidad por abajo, se dedicaron a sabotear esa unidad a medida que iban cambiando los gabinetes. Y entonces el gobierno quedó aislado, dinamitó la alianza, ya no hay más presencia de los otros partidos en el gabinete salvo uno que otro caso. Entonces se rodeó de un sector de asesores, ya sea familiares, o de la provincia de donde viene Castillo, y también de Perú Libre. Y todo el plan ha sido como decías vos: a medida que iban cambiando los gabinetes iban girando a la derecha, iba haciendo concesiones.

Te pongo dos ejemplo: el Ministro de Salud del primer gabinete era el doctor Hernando Ceballos, un médico independiente, un hombre de izquierda. Era el Ministro que estaba mejor visto en medio de toda esta campaña brutal de la derecha, garantizó que la población tenga acceso a la vacuna, 81% de la población fue vacunada, algo que se hizo de manera acelerada en 4 meses de gobierno. Lo sacó para ser reemplazado por un médico de Perú Libre (Hernán Condorí Machado) que a su vez tenía denuncias por haber sido curandero, es increíble pero es así. Y el otro caso es el de Pero Francke, el Ministro de Economía que era de Nuevo Perú, que es un cuadro, que elaboró un plan sobre todo en el tema de la reforma tributaria para gravarle a las grandes mineras y al agronegocio fundamentalmente, que había logrado al principio una recuperación de una serie de empresas que le debían dinero al estado, había logrado un diseño de un plan económico como un complemento a la economía popular. Fue echado y fue reemplazado por un tecnócrata liberal, que es Oscar Graham, que viene de una experiencia totalmente diferente, con un perfil diferente.

Entonces el gobierno quedó bastante aislado a mi juicio. El primer problema fue este de no haber podido consolidar un frente de todas las organizaciones de izquierda para desarrollar el volumen político necesario para ejercer el gobierno. Y el segundo problema es que no se apoyó en la movilización popular, no salió a construir poder popular en los territorios para enfrentar la ofensiva permanente de la derecha. La derecha nunca lo aceptó, y por más que el gobierno haga concesiones nunca lo va a aceptar. Entonces en este contexto, al romperse o no poder concretarse ese acuerdo entre todos los sectores para poder tener solidez política y por otro lado al no apelar a la movilización popular, una de las consignas fundamentales de la campaña, que fue sacarse de encima el chaleco de fuerza de la constitución fujimorista, luchar por una asamblea constituyente, por una nueva constitución democrática, plurinacional, etc., fue totalmente dejada de lado. No es el eje, no es una consiga central en el gobierno en este momento.

B.D.: Una última pregunta: a uno desde fuera hay algo que le llama la atención: que parece ser una democracia burguesa sin partidos políticos, los partidos tradicionales ya no existen o están reducidos a su mínima expresión, ¿cómo se llega a eso?

M.M.: Eso es el neoliberalismo, lo que significan 30 años de neoliberalismo. Recordemos que Fujimori, que era un outsider de la política, gana las elecciones en el ‘91 y en el ‘92 da un golpe de estado, diluye el parlamento, reforma la constitución e impone un plan neoliberal. Toda esa campaña fue contra la política. Es decir, el neoliberalismo ha destrozado a las agrupaciones políticas y ha convertido a la política en un negocio. En el Perú cualquiera que se mete en política dice: yo me meto para hacer mi negocio propio. Entonces se fundan partidos, se inscriben movimientos, se prestan partidos el uno al otro, es realmente una crisis, una consecuencia del neoliberalismo de una manera brutal. No pensemos que es solamente porque hay una incapacidad o porque las organizaciones populares han destrozado los partidos, no es así, es al revés: acá hubo un avasallamiento de la política, y hubo una especie de reciclaje de la política con una campaña contra la política, de la no política, y las consecuencias son las que estamos viendo.