En las últimas semanas, el desarrollo del Covid -19 ha sido exponencial. Lejos quedaron las predicciones del ministro Ginés, de que el virus no entraría en el país. O las entusiastas declaraciones en su momento del gobernador Morales, de Jujuy, o Perotti de Santa Fe, sobre el control de la pandemia en sus territorios. Muchos enojados advierten la “irresponsabilidad” de algunos sectores de la población que, de manera inducida o natural (como si el sistema capitalista no hubiera permitido ese desarrollo de la conciencia individualista), permiten el desarrollo del virus; son muchas las voces que se alzan, con justa razón, contra las políticas de los gobiernos que, en picos de contagio, abren y abren actividades.

Queremos en esta nota (limitada por cierto) hacer una reflexión sobre cuestiones que no son denunciadas ni observadas en su profundidad, la política que, “a lo Bolsonaro”, vienen siendo aplicada desde el inicio mismo de la pandemia por las grandes patronales. Que sirva pues para el debate.

PANDEMIA Y MISERIA

Está claro que esta pandemia no es igual para todos y que golpea mucho más a los trabajadores y a los sectores más pobres. Mucho se ha escrito sobre las condiciones de aislamiento casi imposible de muchos sectores en caso de ser necesario, sobre el hábitat, la provisión de agua e incluso las necesidades alimenticias. También de un amplio sector de cuentapropistas que, si no trabajan, no comen.

Pero esto va mucho más allá. El diario Pagina 12 (que a nadie catalogaría de opositor) nos cuenta en su edición del 25 de setiembre que “Durante el segundo trimestre del 2020, Argentina se convirtió en un país un poco más desigual. El 10 por ciento de la población más rica pasó a percibir 19 veces más ingresos que el 10 por ciento más pobre. La brecha es tres veces mayor que hace un año, cuando la diferencia era de 16. El dato surge del informe sobre la Evolución de la distribución del ingreso que elabora el Instituto de Estadísticas y Censos en función de la Encuesta Permanente de Hogares.”. Esto, no es problema de desastres naturales sino de políticas implementadas por años y años.

Este “dramático” informe del portal Rosario 3Este “dramático” informe del portal Rosario 3: “‘La gente se ve con la necesidad de laburo, de poder llevar comida a su casa y recurre a los volquetes (de basura), a los del macrocentro y también los de las avenidas’, lamentó y consideró: ‘Antes pasaba claro, pero hoy es continuo y diario’” no hace más que darnos una postal de lo que pocos días después se conocía: “ El índice de pobreza en Argentina se elevó al 40,9% de la población en el primer semestre de este año, con un 10,5% en nivel de indigencia, uno de los peores registros en la historia de este país, informó el estatal Instituto de Estadísticas (Indec). Al cierre de 2019, la tasa de pobreza había sido de 35,5% y la indigencia de 8%.” Casi 19 de millones de pobres, con el dato aterrador que casi el 57 % de los niños están por debajo del nivel de pobreza. Pobres más pobres y ricos más ricos.

Pero eso no termina ahí. Los salarios (formales e informales) perdieron contra la inflación, lo cual hizo que cada vez alcancen para menos. Claro que esto no es obra de un desastre natural. Si uno vincula estos datos, puede concluir por decirlo de alguna manera, “alguien se quedó con el vuelto”. Categóricamente la política del gobierno de Fernández profundizo esa tendencia. Pero también hubo quienes ayudaron para que eso ocurriera. Ahí vemos a los gordos de la CGT pensando una movida para el 17 de octubre para apoyar estas políticas, que será seguida seguramente por muchos burócratas sindicales que ayudaron a concretar esa rebaja de salarios aceptando porcentajes irrisorios de aumentos cuando no incluso la rebaja de los mismos. Basta como botón de prueba los dirigentes de la CTERA, Alesso y Baradel, que sin ponerse colorados dicen que los docentes no necesitan aumento porque le vienen ganando a la inflación. Pero sería larga la cola de traidores.

Pero tampoco es el final de la historia. Si miramos el mercado de trabajo, resulta impresionante la cantidad de puestos laborales perdidos en los últimos meses y el consecuente aumento de la desocupación. No nos detendremos acá en esas cifras. Lo que si señalaremos es que al decir de muchos estudiosos del tema, los números son aún mayores, ya que en general toman el empleo formal y no a los millones que viven de changas o que se encuentran en negro. Estos miles de despidos de trabajadores formales e informales volvieron letra muerta y discurso para la tribuna el DNU que impedía, precisamente, los despidos.

LAS PATRONALES TIENEN CORONITA

Es cierto que muchos pequeños negocios y espacios laborales la están pasando mal. Pero eso no ocurre con las grandes patronales. Mientras los trabajadores y sectores populares enfrentan como pueden al virus, muchas de ellas acrecientan sus ganancias sin importarle la integridad ni la salud de sus empleados.

A lo que venía siendo una verdadera pandemia de accidentes y muertes laborales (muere un trabajador por esta razón cada 16 horas en la Argentina), habría que agregarle el nuevo virus. Todo esto, claro está, con el dejar hacer cómplice de los gobiernos, tanto nacional como provincial. Y acá poco importa la grieta, unos y otros tienen exactamente la misma política. Parece ser que para la tribuna hacen anuncios rimbombantes, pero a la hora de producir se aplica a rajatablas la política de los Bolsonaros locales.

A la ya acuciante situación de los trabajadores de salud, con miles de contagiados y que viven denunciando no sólo el achique de sus salarios sino la falta de elementos de seguridad y la obligación de largas jornadas laborales, tendríamos que sumar una larga lista de las patronales que exponen criminalmente a los trabajadores a condiciones de contagio.

El médico e investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) Jorge Kohen en un reportaje al Diario La Capital del día 17 de setiembre precisó que “Considerando el sector informal, de las casi 600 mil personas contagiadas en el país, señala, ‘dos tercios son trabajadores’, lo cual demuestra que los protocolos para el funcionamiento de distintas actividades no son infalibles. ‘Los protocolos estrictos no existen y no impiden los contagios’” (Datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo al 1 de setiembre.)

Y lo que es peor aún, esas patronales cuando aparece algún síntoma obligan en la mayoría de los casos, ir a los trabajadores, so pena de despido. Y cuando los contagios se presentan, muy raramente paran la producción.

Podríamos dar decenas y decenas de ejemplos. Desde el Ingenio Ledesma, las fábricas del neumático, frigoríficos, Coto, Mc Donald, La Virginia y una larga lista de etc. Ahí está el Ministro de Producción de Santa fe vanagloriándose que los puertos exportadores nunca dejaron de funcionar durante la pandemia y que recibieron casi 200 mil camiones por mes obviamente circulación interna sin ningún tipo de control ( como tampoco los tenían los barcos del exterior que amarran en sus muelles)

Tengamos en cuenta que hace varios días atrás murió un trabajador del Frigorífico Swift en Rosario y, no sólo no se suspendió la actividad, sino que la noticia fue conocida casi una semana después. Otro tanto nos marca la comisión interna de Acindar, que en un comunicado da cuenta de la grave situación que se vive en la planta y que termina afectando al resto del pueblo y que concluye diciendo “…pero también entendemos que sería adecuado antes que empeore aún más la situación en la planta, el cierre preventivo de la misma por un tiempo prudencial, no para afectar los intereses productivos de la empresa, sino para proteger a la comunidad en su conjunto y a los trabajadores que son su principal valor en la producción. Y antes que la cantidad de casos lleve al mismo cierre y por más tiempo”.

Pero dejamos para el final la perlita de SIDERAR (Ex SOMISA) del inefable Paolo Rocca. El mismo que terminó despidiendo impunemente a 1500 trabajadores de Techint frente a la pasividad del gobierno de Fernández más allá de sus cruces verbales.

Trabajadores de la empresa, nos comentaban que algunos delegados informaron que dentro de la fábrica habría cerca de “300 contagios”. Hoy hay turnos enteros que se encuentran aislados. Claro que a Rocca, con la inestimable colaboración del los dirigentes de la UOM San Nicolás, no se le ha ocurrido parar la producción sino todo lo contrario: se toman eventuales (flexibilizados obviamente), se obliga a dobles turnos a los “sanos”. Todo con un objetivo: como la pandemia ha pegado en las fábricas de los Rocca de México y Brasil, la planta argentina se ve obligada a compensar la producción de ambas y en estos días, el Alto Horno ha casi duplicado la producción. De las 3500 toneladas diarias al inicio de la cuarentena, a más de 6000. Todo esto con dos turnos que, actualmente, se encuentran aislados en su totalidad en este sector, lo que sobrecarga el nivel de explotación sobre quienes quedan.

En este contexto, quienes se llevan la peor parte son obviamente, los contratados. Baste mencionar que sectores de limpieza, por ejemplo, están trabajando de lunes a lunes, en turnos de 16 horas. Se entiende, ¿no?

Esta patronal que se vio beneficiada con el regalo de la ex SOMISA, que se ríe del decreto que prohibía despedir, que consigue lo que quiere, que pacta con la burocracia de la UOM aumentos ridículos y encima paga parte de los salarios con los ATP del gobierno lo único que busca es mejorar sus ganancias. Todo, demás está decirlo con la mirada cómplice del mismo.

Una demostración más de cómo son centralmente las patronales y sus intereses de clase las que ayudan a difundir el Covid. Y que nos plantea que somos los trabajadores quienes debemos tomar en nuestras manos la lucha para defendernos, ya no sólo de la pandemia que amenaza nuestra salud sino de la las patronales y el estado a su servicio.

Borrador Definitivo, periodismo de clase. Revista Disonancia