El presente texto fue escrito en circunstancias muy peculiares. En el lapso de una semana, a mediados marzo de 2006, en medio de una dura huelga de los trabajadores y trabajadoras de la educación de Neuquén, agrupados en ATEN. Fue escrito, pues, contra reloj, en los ratos libres que me quedaban entre las marchas, las asambleas y los piquetes. Sin embargo, las ideas que aquí se exponen son fruto de mucho tiempo de serena reflexión.

En lo que se refiere a la dictadura militar, esa memoria, verdad y justicia solo ha hecho foco, en asesinados, desaparecidos, torturados, habiéndose accionado judicialmente para que supuestamente se hiciera justicia respecto a los responsables de tales hechos.
Sin embargo se ha guardado un silencio impenetrable desde los poderes públicos respecto a las acciones económicas de esa dictadura, a la estructura legal que instrumentó, a los compromisos externos que fueron asumidos por ella y que respetaron todos los gobiernos desde Alfonsín al actual, sin que a nadie de los grupos mayoritarios se les moviera un pelo.

Eran cerca de las 20,30 y un Falcon Verde la interceptó cuando estaba cerca de llegar a su casa, regresando de hacer algunas compras en el barrio. La agarraron, ella gritó el nombre de Lucrecia, su vecina y a quien le alquilaba el lugar en el que vivía con José, su compañero, pero los captores la redujeron, la introdujeron en el auto y huyeron a toda velocidad.