A primeras horas de hoy, jueves 18, empiezan a circular versiones de que Maia, la niña de 7 años que era buscada desde hacía tres días, fue encontrada con vida y su captor, detenido. Aun así, nos parece pertinente la publicación de esta nota que agradecemos a les compañeres de Opinión Socialista [1]. Nos parece que la virtud del artículo es invitarnos a pensar fuera del sensacionalismo de los medios de comunicación que llaman a seguir en vivo «el paso a paso de la búsqueda de Maia», cual si de un show televisivo se tratase. Maia es, ante todo, una hija del pueblo, de esa maltratada y apaleada clase trabajadora. Podría ser (quizás lo haya sido) una de tantos niñes que fueron gaseados y desalojados de la toma de Guernica, o esa niña que extiende su mano a la ventanilla de un auto en un semáforo cualquiera, o ese niño en la calle a quien le cantaba Armando Tejada Gómez. A días del 24 de marzo, debemos decir que Maia es aquello por lo cual los 30 mil desaparecides lucharon para que no existiera, y debería ser el eje del Nunca Más.

Mientras escribimos estas líneas, Maia, con sus 7 añitos, lleva ya 48 horas desaparecida. Pasaron dos días desde que se la llevó un hombre en quien ella confiaba, con quien jugaba, compartía los días y que, según el relato de quienes la conocen, le prometió una bicicleta nueva.

¿Y por qué hablamos de una segunda desaparición? Porque Maia estaba, junto con su mamá, en situación de calle. Era una de les miles de niñes que pueblan las calles, a lo largo y a lo ancho del país, les que duermen en las estaciones, debajo de las autopistas, en las entradas de los bancos. Les que pasan cartoneando junto a su familia, como Maia hacía con su mamá, o venden estampitas, o piden monedas en los semáforos. Eses que “desaparecieron” de la escuela, de un techo y una cama donde dormir, de todo lo que deberían ser las niñeces… Y, por supuesto, de los ojos de ese Estado, del que intentan convencernos en la publicidad oficial que está cada vez “más presente”…

Pero, para ser justas, hay que decir que en la desaparición de Maia sí hubo un Estado presente. Estuvo presente al abandonarla a ella y a su mamá, Estela, y someterlas a una situación de absoluta pobreza y vulnerabilidad, y también estuvo presente en la inacción, cuándo no, de sus instituciones: la Policía y la Fiscalía. Se demoró la búsqueda porque, claro, ¿a quién le importa lo que tenga para denunciar una mujer? (y nos resulta imposible no pensar en Úrsula, en Guadalupe, en tantas otras…). Y mucho más si se trata de una indigente en situación de calle, una “analfabeta”, como la llamaron. ¡Esa es la Reforma Judicial que hace falta, no la de componendas partidarias y garantías mutuas de impunidad, sino la que termine con su carácter clasista y patriarcal!

La Policía no me cuida, me cuidan mis amigas

El hombre señalado como el secuestrador de Maia, Carlos Savanz, tenía antecedentes por abuso sexual a menores, una nena, en la Villa Zavaleta, para ser más exactas. Otra niña como Maia, en situación de pobreza y vulnerabilidad. Y por supuesto, estaba libre. Su primo, además, tiene denuncias por trata de personas, el destino que incansablemente denunciamos desde los feminismos que les espera a miles de chicas y de niñes que desaparecen y cuyos rostros pueblan las redes sociales. “No están perdidas, son desaparecidas para ser prostituidas”, es una verdad gritada en cada movilización, ante un delito que se ejerce a plena luz, con la absoluta complicidad y participación del Estado.

Hay un aprendizaje de la clase obrera y del movimiento de mujeres y disidencias que se traduce en la desconfianza hacia las instituciones del Estado. En cuanto Maia desapareció, el barrio salió a la calle y a cortar la autopista, junto con organizaciones sociales, políticas, colectivas feministas. A tomar la búsqueda en sus manos, exigirle a la fiscal que pusiera todos los mecanismos al servicio de la aparición de Maia, y así lograron, por ejemplo, que se activara el “alerta Sofía”, más de 30 horas después de haber perdido el contacto con Maia, mientras la Policía, por las dudas, reforzaba la seguridad… en la propia comisaría…

Y, por si fuera poco, mientras la familia y vecines de Maia permanecen en la autopista, mientras la angustia y la incertidumbre crecen, presenciamos las declaraciones del «súper ministro» Sergio Berni, tan eficaz a la hora de quemar casillas en Guernica, de apretar a la familia de Facundo Castro, de perseguir migrantes y reprimir trabajadorxs; pero que cree que buscar a Maia es tan difícil «como buscar una aguja en un pajar»…

No tenemos que abandonar la calle hasta que Maia aparezca. Hasta que se encuentre a los responsables, que se desmantele esa red de trata que se supone detrás del secuestro; pero, sobre todo, hasta que no existan más Maias y Estelas, a la vista de todes, abandonadas a su suerte. Así se empieza por “terminar con el patriarcado”, Sr. presidente, garantizando la autonomía económica para las mujeres –que constituyen el 70% de la población por debajo de la línea de pobreza–, condiciones dignas de vivienda, de trabajo, acceso a la educación y a la salud.

Opinión Socialista
17/3/21

Notas:

  1. Pueden leerla en el enlace: https://www.facebook.com/1432850090347697/posts/2604489769850384/