Por Gerardo Romagnoli

La ciudad de Rosario desde hace ya mucho tiempo se ha convertido en noticia. El año 2022 termino con la triste cifra de 290 asesinados y en lo que va del 2023 se contabiliza casi un muerto por día, asesinatos centralmente ligados a bandas del narcotráfico. Eso sin contar los centenares de heridos y balaceras. Pero quizás no sea otra cosa de la punta de un iceberg que cruza todo el país, sobre todo las grandes ciudades.

Son muchas las causas de este problema: marginalidad y pobreza, connivencia de las fuerzas represivas, la justicia y el poder político entre otras.

Esta realidad merece ser debatida y enfrentada. En este marco, continuamos con la publicación de notas que desde distintos ángulos abordan esta cuestión. En este caso reproducimos la nota de Gerardo Romagnoli, a quien le agradecemos,  publicada originalmente en la página de Autodeterminación y Libertad ( ROSARIO, ARGENTINA Y EL NARCOTRÁFICO – Autodeterminación y Libertad %)

El asesinato del joven músico Lorenzo “Jimi” Altamirano en Rosario el pasado 1 de febrero, ejecutado por un “grupo narco” y arrojado su cuerpo con un mensaje para otra “banda”, fue el último gran sacudón que sufrió la población. Jamás antes había ocurrido que levantaran de la calle “al voleo” y mataran así a una persona sin vínculos con esa actividad. Hasta este hecho la sociedad decía “se matan entre ellos”; cuando hubo muertes ajenas fueron en medio de tiroteos, no planificadas.

¿Sólo se trata de Rosario? Como prueba contundente y dramática de que no estamos frente al problema de una ciudad, 6 días después (el 7 de febrero) Nayla, una niña de 4 años, fue asesinada en medio de un tiroteo en el Barrio 1-11-14 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y para reafirmar la magnitud nacional del problema, allí están las 24 personas fallecidas (y más de 80 hospitalizadas) en el Gran Buenos Aires por consumo de cocaína adulterada, en las localidades de San Martín, Tres de Febrero y Hurlingham, en enero de 2022.

Tres territorios gobernados por distintos sectores políticos (el Frente de Todos/PJ, Juntos por el Cambio y en años anteriores Socialistas y Radicales) son la prueba de que el narco negocio no tiene límites ni en sus vínculos políticos ni en la geografía de la Argentina.

¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE NARCOTRÁFICO?

Es imposible en un breve artículo abarcar el amplísimo y complejo tema del narcotráfico, sólo pretendemos destacar algunos de los elementos que nos parecen centrales.

Los medios y todo lo que se escribe sobre la actividad del narcotráfico se hace refiriéndose a una “actividad de mafias”, un “negocio de cárteles criminales”, a “enfrentamiento de bandas”, siempre refiriéndose a una actividad impropia, ajena, anómala y contrapuesta al funcionamiento normal de la economía. ¿Es así?

Nosotrxs sostenemos que en verdad se trata de un negocio capitalista que está entre los más importantes a nivel mundial. No es la primera mercancía por la que el capitalismo mata, ni la última por la que disputa territorios y mercados con sangre: las violentas conquistas, la venta de armas y las guerras prueban que siempre están comenzando.

¿CUÁL ES LA DIMENSIÓN DEL NEGOCIO?

La cifra anual del comercio de drogas prohibidas coloca a la actividad en el ranking internacional entre las 10 más rentables junto a la venta de armas o petróleo. Los cálculos oscilan entre los 300.000 millones de dólares anuales (ONU), 500.000 (DEA) y existen otras fuentes en las que llega hasta 750.000 millones de U$S. Una cifra equivalente al 10% del comercio mundial. De tal magnitud que comparada con el PBI de algunos países se ubica en el puesto 21/22 de la lista de los más ricos del mundo, por encima de potencias como Noruega o Bélgica y, por supuesto de la Argentina.

“PERSEGUIDO E ILEGAL”… PERO EL NEGOCIO NO DEJA DE CRECER

Según el Informe Mundial de Drogas 2022 de la ONU:

  • Producción de cocaína: máximo histórico en 2020, crecimiento del 11% respecto a 2019. Producción: 1.982 toneladas. Tráfico de cocaína: en expansión a otras regiones además de América del Norte y Europa, niveles crecientes de tráfico hacia África y Asia.
  • Tráfico de metanfetamina: expandiéndose; 117 países informaron incautaciones entre 2016 y 2020, frente a 84 que lo hicieron entre 2006/2010. Las cantidades incautadas se quintuplicaron entre 2010 y 2020.
  • Producción de opio: “creció un 7% entre 2020 y 2021, alcanzando las 7.930 toneladas, debido principalmente a un aumento de la producción en Afganistán”. Es para subrayar el rol activo jugado por los EE.UU. en el desarrollo de esta producción para apoyar el desarrollo y la actividad del Talibán con quien luego se enfrentó. Ya antes había financiado con la droga a “la contra” para derrotar al Sandinismo en Nicaragua. Con lo cual vemos que esta mercancía prohibida que genera enormes ganancias es utilizada para financiar operaciones político/militares por la primera potencia mundial ¡que además se ha presentado como enemiga Nro. 1 del narcotráfico!

TRES ELEMENTOS DE LA CONSTRUCCIÓN DEL CAPITALISMO ACTUAL

  • Es un problema sistémico propio del “capitalismo criminal” (en cuanto a delito y también en cuanto a muertes) en el que vivimos. Una economía criminal en la que los flujos del dinero que maneja el “crimen organizado” son parte constitutiva del funcionamiento económico. Un negocio transnacional que requiere y cuenta con bancos, financieras y “paraísos fiscales” en Suiza, USA, Luxemburgo, Emiratos Árabes Unidos, Hong Kong, Liberia, Nigeria o las Islas Caimán. Un capitalismo decadente y descompuesto que concentra riquezas y distribuye carencias, que aloja al crimen y expulsa millones de seres humanos a los que priva de condiciones y calidad de vida dignas y de posibilidades de desarrollo pleno. Que de entre esos millones recluta su mano de obra, sus sicarios y también consumidores por desesperación.
    Subrayamos que Rosario, Santa Fe y la Argentina son parte de este régimen social destructivo y un eslabón en la cadena de este negocio.
  • Todos los estamentos de conducción del Estado que este negocio requiere para realizarse son permeados por él. Sobran pruebas por acción u omisión de que son responsables y cómplices/socios: la dirigencia política, fuerzas de seguridad, el poder judicial, empresarios, financistas y banqueros y medios de comunicación.
    De allí que en Rosario / Santa Fe –con puertos privados sin contralor alguno de los que se han comprobado la salida de algunos cargamentos con cientos de toneladas y territorio en disputa abierta por el negocio local que este mismo tráfico “derrama”- pasan los gobiernos (PJ, Socialistas/Radicales) prometiendo la solución que jamás llega, caen ministros de seguridad, ruedan las cabezas de las jefaturas de la policía, envían fuerzas de seguridad nacionales y es lo mismo, se encarcela a jefes de bandas que siguen actuando desde las cárceles, encarcelan algún comisario, se decomisan algunos cargamentos con toneladas de droga cada tanto, se denuncia a algún político, pero el negocio continúa y el problema para la población se acrecienta con más muertos ya no sólo por enfrentamiento entre bandas. La metástasis no se detiene: las ganancias son enormes, tientan, compran y voltean límites. Quienes proponen la intervención del Ejército ocultan que en países como Colombia o México en los que se dio ese paso terminaron asociándose al narcotráfico.
    El narco-negocio funciona en todo el territorio de Argentina. Cambia el monto del flujo de la mercancía que circula, el tiempo en vencer resistencias (cuestión de días, meses o un par de años), la disputa y violencia territorial, la repercusión mediática y cuán aceitados y acordados están los mecanismo y repartos del “botín”.
  • La política de prohibición/persecución, lejos de tener el efecto de reducir el narcotráfico, en realidad es un mecanismo que no ha impedido el aumento de la producción, la extensión territorial y el consumo. Pero muy especialmente la prohibición acrecienta las ganancias, un objetivo central perseguido por toda actividad capitalista que hace de la rentabilidad su moral y su práctica. La dirigencia política conoce perfectamente los efectos de la prohibición como mecanismo que dispara precios y ganancias. Es imposible desconocer lo que ocurrió a partir de la llamada “Ley Seca” con el alcohol en EE.UU. (desde el 16 de enero de 1920 hasta ser derogada en 1933), con su secuela de violencia, pero que disparó el precio de la mercancía y generó un enorme negocio. La dirigencia es la responsable de mantener esa prohibición contra todas las evidencias de que por este camino no se le gana a quienes dicen combatir. También es responsable, sosteniendo la prohibición, de las dramáticas consecuencias de la falta de toda política pública de atención a consumidores, de garantizar qué, cuánto y cómo se consume y evitar el envenenamiento por adulteración como tantas veces ocurre… mucho más de lo que trasciende en los medios.

DESAFÍO PARA ROSARIO, ARGENTINA Y LOS PUEBLOS DEL MUNDO

Todos los datos, nacionales e internacionales, indican que no se puede esperar una solución desde arriba a este problema. La dirigencia política, el Estado y sus instituciones, como el poder judicial y las fuerzas de seguridad, son responsables y allí sólo existe inacción cómplice o sociedad con el reparto de ganancias de ese enorme negocio.
No se puede esperar una solución de quienes son sirvientes y socios de un capitalismo criminal que ha transformado en mercancía las sustancias no legales con las que logra superganancias. El mismo que avanza en la destrucción ambiental con el extractivismo, la contaminación y el cambio climático. El que comercia y trafica miles de millones de dólares en armas anualmente. El que degrada las condiciones de vida de enormes sectores de la población en lo económico como también las posibilidades de desplegar una vida plena de sentido y arrastrándolos a una adicción letal por desesperación, consumiendo cualquier cosa sin ningún control sanitario y convirtiendo el verdadero uso recreativo y sin esos riesgos en privilegio confinado a una minoría.
Es necesario abrir un amplio debate en la población partiendo del rechazo de toda falsa solución militar represiva. Un debate desde los barrios, los lugares de trabajo y estudio, en los que se discutan el conjunto de las condiciones de vida: ¿queremos vivir así? Y en ese marco, el camino a seguir con la problemática del uso de las sustancias prohibidas que hoy, lejos de avanzar a solucionarse, se acrecienta por su ruta de muertes por violencia y también por el consumo ausente de toda política de salud pública que lo atienda y controle: debatir entre lxs de abajo y luchar juntxs por transformar esta forma de vida en la que el lucro –legal o ilegal- ordena, la dirigencia obedece sirviente y cómplice y los pueblos padecemos las consecuencias. Todo puede comenzar a cambiar si apostamos a dialogar y construir fuerza y caminos con quienes tenemos al lado.