Texto basado en la Editorial de Borrador Definitivo RADIO, del sábado 30 de abril

La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación señalizó el centro clandestino de detención conocido como «Albergue de solteros» en el predio de la siderúrgica Acindar, en Villa Constitución. Pero el cartel que se instaló refiere al período de la dictadura militar del ’76 al ’83, ocultando los detenidos, asesinados y desparecidos en la represión que lanzó el gobierno peronista el 20 de marzo de 1975 contra el pueblo que había protagonizado el histórico Villazo.


Es probablemente una noticia chiquita, pero muy significativa. Hay muchas señalizaciones de este tipo hechas por la secretaria de DD.HH. de la Nación y organismos locales de DD.HH., que dan cuenta de los lugares físicos donde se ejerció el horror en los años de plomo por todo el país. Presentadas así las cosas, no se entendería bien por qué pretendemos detenernos en la señalización del Albergue de Solteros de la acería del sur santafecino. Lo que pretendemos, en todo caso, es combatir la idea de que la represión en Villa tuvo lugar solamente en los años que marca el cartel, “olvidando” lo que se había vivido en la ciudad antes del golpe.

Lo que vamos a intentar nosotros es relacionar ese olvido con la costumbre burguesa de reescribir la historia. Hay un fragmento de 1984 de Orwell, donde reflexiona que: “El que controla el pasado, controla el futuro, y el que controla el presente, controla el pasado”. Partiendo de esa base tenemos que decir claramente que esta omisión no es un olvido, y no es casual ni inocente.

La noticia es esa: señalizaron un lugar de detención y represión a los trabajadores de Acindar entre los años que van del ‘76 al ‘83. Eso es concreto y no pretendemos soslayar los crímenes de la dictadura. Lo hemos dicho hasta el cansancio: Acindar fue uno de los que más impulsó el golpe y dio una de sus máximas figuras,  Martínez de Hoz como Ministro de Economía.

Pero entonces, ¿qué oculta este cartel? Que la represión empezó de antes. Oculta la gran lucha que los trabajadores de la UOM Villa Constitución llevaron adelante para recuperar el sindicato, intervenido por el nefasto burócrata Lorenzo Miguel; oculta que hubo otro marzo, un año antes, un 19 de ese marzo de 1975, cuando, a la salida de una reunión de gabinete del gobierno de Isabel Perón, su Ministro del Interior declaraba la guerra a los trabajadores de Villa, lo que se conoció como el “operativo serpiente roja del Paraná”. Fue un gobierno Peronista quien quiso liquidar esta rica experiencia obrera. ¿La excusa?: denuncia de actividades subversivas. ¿El motivo?: miedo a que la experiencia de Villa se masifique al resto del país.

Oculta que aquel 20 de marzo del 75, 105 patrulleros, 500 efectivos de la Federal, más matones del Ministerio de Bienestar Social (de López Rega) y de la UOM Nacional (de Lorenzo Miguel), coparon la pequeña ciudad santafesina, que se levantó en solidaridad con los trabajadores. Fueron dos meses de larga y dura lucha, más de 20 muertos, la directiva de la Marrón y 300 activistas detenidos, fueron el saldo de esta avanzada. Pero ellos no aparecen en el acto oficialista de señalización.

¿Será porque el Gobierno que reprimió era del mismo cuño político que el actual? Suponemos que si esto es así, habrá que pensar en lo débil que es la memoria propuesta por el gobierno, que solo recuerda lo que políticamente le conviene.

Es conveniente que insistamos en que no desconocemos la importancia de señalar un lugar que una de las empresas más importantes del país otorgó a la dictadura para que allí se torture y, eventualmente, se desaparezca a aquellos propios trabajadores que consideraban peligrosos. Pero sería bueno pensar también, si una vez caído el gobierno militar y recuperada la “democracia”, las cosas cambiaron lo suficiente. No caeremos en el absurdo de decir que todo siguió igual: ya no desaparecía gente por la calle, ya no se tiraban cuerpos al mar, ya no estaba la mesa de torturas en el albergue de solteros. Pero la tortura cambió de forma para continuar. Acindar recibió el premio de la estatización de su deuda externa, mientras que no huvo grandes consecuencias por los crímenes que permitió. Y sus trabajadores siguieron perdiendo conquistas laborales, salario y, eventualmente, la propia vida por “accidentes” producidos por malas condiciones de trabajo o ritmos embrutecedores.

Mención aparte merecen algunos de los asistentes al acto: los dirigentes sindicales comúnmente llamados burócratas Los había de variado pelaje, pero resaltaban los que se dicen continuadores de la histórica Lista Marrón, que manifiestan la importancia de que las nuevas camadas de trabajadores conozcan la gloriosa tradición de lucha de la que son parte, que se llenan la boca hablando de democracia sindical pero firman a espaldas de los compañeros un acta acuerdo con la patronal que, a los único que beneficia es a la empresa. Para terminar, compartimos el testimonio de un trabajador de Acindar, que accedió a darnos su parece sobre el tema:

Nota al pie: esta nota se terminó de escribir cuando se empezaba a conocer la noticia de la muerte de Victorio Paulón, histórico dirigente obrero y parte fundamental del nacimiento de ese sindicalismo combativo surgido en la Villa de fines de los ’60, y que luego cristalizara en la Lista Marrón y recuperara el sindicato de las manos de Lorenzo Miguel. Independientemente de las diferencias que podemos tener con la figura de Paulón, sobre todo con su accionar a partir de los ‘80, estamos despidiendo a quien fuera alguna vez un compañero fundamental en uno de los mayores hitos del movimiento obrero argentino.