Quienes integramos este medio no consideramos que las elecciones puedan significar una salida para el pueblo trabajador. Esto no significa que le restemos importancia a este tema, a pesar de distintos matices entre nosotros. Simplemente, es un terreno que no sentimos que sea el nuestro. Aun así, asumimos el desafío de navegar en aguas que no nos son amigables.
Claro está que, para aclarar cualquier duda, ni votaremos ni llamaremos a votar a los partidos del régimen que sostienen, a lo largo de los años con alternancia, las políticas que nos han llevado al desastre que hoy vivimos. Decimos, desde nuestra página, nuestro programa de radio y todos los espacios donde participamos, que hay que darles la espalda y repudiarlos.


En este artículo nos referiremos a la izquierda radical que intervendrá en las elecciones, la que plantea (o debiera hacerlo) una política de independencia de clase, y que vulgarmente (y en muchas ocasiones despectivamente) se llama la izquierda “troska”. Lo hacemos aclarando que muchos de nosotros venimos de este “palo”. Y que sin dudar somos parte de ese amplio espacio de quienes queremos transformar de raíz la sociedad en la que vivimos, bajo la sombra del capitalismo. Más allá de los votos, las bancas conseguidas y muchas de sus posiciones (y lo que consideramos errores políticos, entre ellos la manera que en general conciben la intervención electoral) los consideramos nuestros compañeros y valoramos en sus filas a sinceros luchadores. Pero eso no implica ocultar esas críticas y diferencias, que por otro lado, creemos saludable debatir.

Queremos salirnos, con este artículo, de la discusión sobre a quién votar o qué apoyo crítico otorgar y por qué. Entendemos que son muchas más, y más importantes, las cosas que están en discusión: qué tipo de organización necesitamos los revolucionarios, cómo debe ser la intervención en el terreno de la lucha de clases, entre ella, la sindical. Cómo ubicar las peleas políticas e ideológicas al interior y hacia afuera de las “orgas”, entre tantas otras.

Hoy el debate electoral nos coloca frente a la cuestión de cómo intervenir en los procesos electorales burgueses y para qué. Por supuesto que estamos lejos de considerarnos, desde nuestro pequeño espacio, dueños de la verdad. Pero eso no significa que no podamos seguir bregando por esos debates, a pesar de que, lamentablemente, nuestra experiencia indica que muchas veces son estas organizaciones portadoras de la legalidad electoral, las que obstruyen y se cierran a estas necesarias reflexiones.

Intervenir en las elecciones: ¿para qué?

Algo de historia

Nos parece interesante poder aportar algunos datos históricos a nuestros lectores, ya que algunas discusiones de nuestros días no son nuevas. Quizás los debates y definiciones más sobresalientes al respecto los encontremos en los comienzos del siglo XX. En ese momento el partido obrero más importante (con millones de adherentes en todo el mundo) era la Socialdemocracia de la Segunda Internacional, fundada entre otros por Federico Engels. En un proceso de degeneración y adaptación a los imperialismos reinantes en el momento, sostuvieron que el cambio social vendría de conseguir más y más bancas parlamentarias, la mayoría de ellas en los Parlamentos burgueses. De esa forma pretendían avanzar hacia el socialismo. Entre otras cosas, con esta idea evitaban plantear la destrucción del estado burgués y las bases del sistema de explotación capitalista.
Esta política llevo casi indefectiblemente a la traición histórica con la que, abrazando a las burguesías nacionales europeas, permitieron la carnicería de obreros y jóvenes de la Primera Guerra Mundial.

Vale decir que esta política sigue estando presente en los planteos de los sectores reformistas. Entre otras cosas, a pesar de haber pasado un siglo, siguen vigentes la polémica de Rosa Luxemburgo con el dirigente socialdemócrata Berstein, reflejado en su libro “REFORMA O REVOLUCION”.

La Revolución Rusa, la Tercera Internacional y una nueva perspectiva

La Revolución rusa de 1917 apareció como un nuevo punto de apoyo a la lucha de los trabajadores del mundo. Obviamente que no es nuestra intención hacer acá un balance del surgimiento de la misma ni de su deriva en la contrarrevolución estalinista. Solo señalar cómo, a partir de ella y del surgimiento de la tercera internacional, se sentaron nuevas bases en la intervención electoral y la participación parlamentaria.

Ya Lenin, en 1907, en ocasión de la elección de delegados para la segunda Duma (una especie de parlamento mucho menos democrático que el más antidemocrático parlamento de la democracia burguesa actual) manifestaba que:

“En la próxima campaña de la Duma los objetivos políticos inmediatos de la socialdemocracia son explicar al pueblo la completa inoperancia de la Duma como medio de satisfacer las reivindicaciones del proletariado y la pequeña burguesía revolucionaria (…); explicar la necesidad de una insurrección armada, un gobierno provisional revolucionario…”

Coherente con esto, en el II Congreso de la Tercera Internacional se votan las Tesis sobre Parlamentarismo que, si bien son extensas, (podés verlas completa acá: Resolución del segundo congreso de la III Internacional en 1920)  citaremos acá algunos de los puntos que aportan a lo que creemos debieran ser los debates en curso:

En contraposición con los reformistas a quienes combatían, el dirigente bolchevique decía que:

El gobierno parlamentario ha llegado a ser la forma ‘democrática’ de la dominación de la burguesía, que en ciertos momentos de verdadera ficción aparenta expresar la ‘voluntad del pueblo’ y no de las clases dominantes, pero constituye en realidad, en manos del Capital, un instrumento de coerción y de opresión”. Y que si bien La participación en las campañas electorales y la propaganda revolucionaria desde la tribuna parlamentaria tienen una significación fundamental para la conquista política de la mayoría de la clase obrera común… La tribuna del Parlamento es uno de esos puntos de apoyo secundarios… Esta acción parlamentaria que consiste sobre todo en usar su tribuna para la agitación revolucionaria, para denunciar las maniobras del adversario, para agrupar en torno a ciertas ideas a las masas que sobre todo en los países atrasados contemplan la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas”.

Por último, específicamente sobre los procesos electorales, dice categóricamente:

“La campaña electoral debe ser dirigida, no a la obtención de la mayor cantidad posible de representaciones parlamentarias, sino hacia la movilización de las masas en tomo a las consignas de la revolución proletaria”.

Si reproducimos estas citas no es porque seamos dogmáticos. Seguramente habrá que debatir y pensar en infinidad de cuestiones que han mutado y se han desarrollado desde 1917 a la fecha: la globalización, la supervivencia del capitalismo que pone en riesgo la propia existencia del planeta y la humanidad, las nuevas formas de dominación burguesa, las derrotas del movimiento obrero mundial y de la propia Revolución Rusa a manos del estalinismo, entre tantas otras; hoy la pandemia nos pone en carne viva frente a la mayoría de estos problemas.

Sin embargo consideramos que estas definiciones históricas y principistas son un punto de apoyo para, más allá de las tácticas y situaciones, reafirmar que para derrotar al capitalismo no es conveniente alentar expectativas en las vías parlamentarias, sino en la “acción extraparlamentaria” de las masas; auto gestionadas, agregaríamos nosotros.  Solo podrá haber una salida si los de abajo deciden su propio destino derrotando al capitalismo y sus instituciones, apoyados en su movilización y las organizaciones democráticas que sepan conseguir. Y de no ser así, solo nos espera la barbarie, la que en parte estamos viviendo aceleradamente.

Como decimos más arriba, los reformistas se sentirán horrorizados con estas ideas. Muchos de ellos abrevarán en los apoyos a buenos y honestos muchachos, o a las propias listas del peronismo, en lo que consideran sus expresiones “progresistas”. Pero como siempre, terminarán detrás de la ilusión de un  cambio desde adentro del sistema (acumulando en muchos casos cargos y prebendas, por qué no decirlo), apoyando las medidas de gobiernos que expresan facciones de distintos sectores burgueses contra otros, pero jamás el cambio de fondo que necesitamos.

Elecciones 2021 y la política de la izquierda legal

Hace unos meses el PTS hizo un llamamiento donde proponía:

Queremos ir juntos a la batalla política por conquistar nuevas bancas parlamentarias que han demostrado que en manos de la izquierda son instrumentos de lucha y de denuncia del régimen.”  Y que “…de no arribar a un acuerdo (entre las orgas) tenemos el recurso de las PASO… Para ordenar las listas proporcionalmente a lo que obtenga cada partido (o bloque de partidos) y presentar listas unitarias de la izquierda en todas las categorías de cada distrito en las generales del 14 de noviembre”.

Léase: intervenimos para tener más bancas y la pelea por ver quién encabezan las listas es por medio de las PASO, a las cuales consideramos un mecanismo proscriptivo y antidemocrático.  

Pero sería injusto achacar al PTS la exclusividad de estas concepciones. En general todos intervienen de esa manera: El MST promueve “(R)Evolucionar la izquierda”  y sale a pelear en las PASO su imposición de candidatos, en muchos casos apoyado en su aparato de planes sociales. El PO, el oficial y la Tendencia, mantienen su sistemática adaptación a los cargos parlamentarios y navegan en su pelea intestina. Y el NMAS, con Manuela Castañeira y algunos de sus devaluados “teóricos” a la cabeza, no salen de esa lógica de vivir mirándose el ombligo, también devaluado, dicho sea de paso.

¿Alguno de ellos denuncian a este régimen político al servicio del capitalismo?, ¿a sus instituciones?, ¿a la justicia y el parlamento? ¿Nos dicen acaso que por ahí no está la salida? ¿Alguno de ellos rescata en su acción las tesis señaladas, que aconsejaban que las campañas electorales “debe someterse siempre y totalmente a los fines y a las tareas de la lucha extra parlamentaria de masas”? ¿O el centro de su política es denunciar masivamente que ninguna de las reivindicaciones que levantemos podrá ser lograda en el parlamento por algún que otro diputado?

Nos preguntamos si el salario de 100 mil pesos propuesto por Manuela saldrá por ley, propuesta por ella como diputada. O si la ley de humedales que proponen todos (y aun como promesa de sectores burgueses y reformistas) resolverá el tema de las quemas y la destrucción del medio ambiente, sin la intervención de las comunidades. O si la reducción de la jornada laboral a 6 horas diarias podría ser obra y gracia de algún proyecto parlamentario.

Creemos que, frente a esto, hay que decir con claridad y masivamente que ni una sola de estas medidas y muchas otras que enfrenten las políticas del capitalismo y sus gobiernos, se logrará desde una bancada parlamentaria (y esto está demostrado con creces). Que solo serán posibles con las acciones sistemáticas y conscientes del movimiento de masas auto organizadas, rompiendo con las cadenas institucionales y burocráticas que las sostienen.

Pero nada de eso se dice. Nada encontramos en los volantes electorales, en las propagandas por las redes, en los spots. Cuando, aún con confusiones e incógnitas, este régimen político es cada vez más ajeno y repudiado por grandes sectores de masas, esta izquierda que tienen el palco para decir estas cosas, las silencian en aras de convertirse en… la Tercera Fuerza. El silencio es atroz cuando se trata de decir que solo saldremos de esta situación por medio de procesos revolucionarios que remuevan una y cada una de las formas que ha desarrollado el capitalismo. Y que el norte no es otro que una sociedad sin clase, partiendo de destruir como decía Marx: “el capitalismo, como fuente de la destrucción de sus dos principales fuentes de riqueza: la naturaleza y la humanidad”.

La otra cuestión que queremos señalar en esta nota es que, a pesar de los rimbombantes llamados a la unidad (lo que en realidad es un deseo de muchos activistas y votantes), los partidos de la izquierda legal terminan, no solo descargándose diatribas y acusaciones mutuas, alejadas de cualquier debate serio y fraternal, sino que lo hacen para entrar a la tan mentada legalidad burguesa. En vez de unidad, el FITU dirime sus cargos en las PASO en muchas provincias, y la Tendencia y el NMAS presentan sus candidatos por su cuenta. Cada cual tratando de rapiñar los pocos votos a los cuales, dificultosamente, llega la izquierda. ¿Algún debate serio quizás? ¿Alguna discusión sobre los grandes problemas que debemos afrontar? Nada.

Habría seguramente muchas otras cosas que podríamos decir al respecto. Sería de por sí muy extenso. Pero lo que  queda claro para nosotros (y superando la cuestión táctica de si intervenir o no en los procesos electorales) es que esta política poco ayuda para la necesaria recomposición del movimiento obrero y de la izquierda clasista fragmentada y dividida. Y peor aún el silencio con el que se responde al debate planteado no solo por nosotros (lo cual sería insignificante) sino por muchos militantes sin partido y organizaciones más pequeñas que completan el universo de la izquierda.

Dime cómo informas y te diré quién eres

    Como un medio dedicado a la comunicación desde una perspectiva clasista queremos señalar las formas que asume la comunicación en estas campañas y que, coherente con las cuestiones políticas que señalamos, en la mayoría de los caso siguen los patrones de la misma publicidad de los partidos del régimen.

    Si miramos con detenimiento las publicidades emitidas por estos espacios (y con ello nos referimos básicamente a las distintas expresiones del FI-U y al NMas), vamos a encontrar pocas diferencias formales con ellos. Las consignas serán otras, por supuesto, pero como señalamos antes, la no denuncia a  las instituciones del régimen burgués, la apuesta a conseguir más bancas, la ausencia de una denuncia clara del funcionamiento de la democracia representativa burguesa… todo esto permanece intacto en los spots de campaña. Las ausencias no son menos significativas: las palabras Socialismo y Revolución, ni siquiera con giros tácticos, no aparecen en ningún spot. Y si acaso hay alguna alusión a un Anti capitalismo (por ejemplo por parte del NMas) es sin una correcta aclaración de qué es lo que se quiere en lugar del capitalismo, quedando así como un adorno. O la idea de un gobierno de los trabajadores (principalmente por parte del PTS en el FIT-U), nuevamente, sin que se explique qué forma, contenido y objetivos tendría ese gobierno obrero y cómo, por otro lado, imponerlo. 

    Cierto es que, muchas veces, la prensa política de estas organizaciones suele ahondar un poco más en la propaganda política. Pero nos preguntamos cuántas personas que no sean ya militantes o personas formadas en el cúmulo de ideas marxistas llegan a leerla, y el porqué de la negativa a utilizar la difusión masiva que da la época electoral para propagandizar esos conceptos y explicarlos al público “no iniciado”, pero quizás con ganas de escuchar.

    La otra cuestión, que puede parecer menor pero a nuestro entender es parte de la misma concepción, es la utilización de las “figuras públicas”. Uno de los recursos predilectos de los partidos burgueses a la hora de hacer campaña es la instalación de una “figura”. Esto es, la difusión hasta el hartazgo de la foto y el nombre del candidato, casi siempre con una sonrisa plástica estampada en sus labios, y muchas veces bajando al llano del sufrimiento del pueblo, demostrando que no dudan en embarrarse las patas cuando de sumar votos se trata. 
    La idea de esta práctica es pretender que la política se trata de nombres, antes que de objetivos concretos, ideas o principios éticos. De individuos, antes que de clases sociales. De caras, antes que de condiciones concretas de existencia.

    Con tristeza vemos, desde hace ya muchos años, que las organizaciones de izquierda no difieren de esta práctica, por lo menos en lo que atañe a la difusión masiva de sus campañas. Si bien es real, en muchos casos la necesidad de “mostrarlos”, cosa lógica por cierto, la saturación del recurso no nos parece lo más adecuado. Las imágenes de Manuela Castañeira, Nicolás Del Caño, Bodart, y otros en el terreno de las provincias o localidades, se multiplican en publicidades, volantes, publicaciones en papel o virtuales, redes sociales, etc. En general acompañadas de algunas frases pegadizas como el tema del verano (de todos los veranos). En este caso, las elegidas son: “Renovemos la izquierda”, “Para ser la tercera fuerza”, “Llevemos la izquierda al Congreso” (en el mejor de los casos)  así como antes fueron “Un milagro para Altamira o “La izquierda tiene que estar”. Cuando la necesidad política debiera ser la de impulsar los procesos de organización colectiva por fuera de las estructuras del régimen, de poner el acento en los lazos horizontales entre trabajadores, luchadores socio ambientales, feminismos y otras luchas, la imagen impuesta desde arriba, publicitariamente nos parece que no va en ese sentido. 

    Por último, obviamente que estamos completamente de acuerdo en el apoyo, la difusión y la propia presencia de las organizaciones y sus dirigentes en las luchas, salvo que sea para utilizarlas o coparlas. Pero en esto debemos señalar que, en muchos casos, pareciera ser que el centro no es la lucha en cuestión sino el “candidato” en la lucha. Es decir: el “mostrarse” ahí. Son infinidad de ejemplos que podemos dar al respecto, pero señalaremos uno que sinceramente nos desagradó sobremanera (y está bien que lo digamos). Nos referimos a los artículos difundiendo la visita de los candidatos (del PTS y del NMas en este caso) a Cristina Castro, mamá de Facundo Astudillo Castro, joven desaparecido y asesinado por la policía de Berni en el interior de la provincia de Buenos Aires, durante la cuarentena del año pasado. Ambas notas están presentadas, no como una entrevista a Cristina, sino como la relatoría de la tarde que ambos referentes políticos, cada uno por su cuenta, pasaron con ella. Y aunque recojan (una más que otra) el valiosísimo testimonio de esta enorme luchadora; la elección estética, los planos de las fotografías, la constante mención del referente político que sea (Nicolás o Manuela), hasta el colmo de -en la nota del NMas- citar a Manuela Castañeira contando lo que había dicho Cristina (un relato dentro de otro relato) en lugar de darle voz directamente a quien se supone que es la protagonista de la nota... Todo ello deja ver el verdadero objetivo de estos artículos: son parte de la campaña electoral. Nos preguntamos entonces cuáles fines políticos son los que se pretenden conseguir con los medios propagandísticos que venimos detallando.

    Recordamos lo que dice León Trotsky es Su moral y la nuestra: los medios utilizados, a fin de cuentas, serán justificados por sus fines; pero no todos los medios son válidos para determinados fines. Y de eso se trata.