Editorial de nuestro programa de radio, Borrador Definitivo, del sábado 23 de octubre 2021
Por Juanjo Lazzari

Una de las premisas de quienes hacemos Borrador Definitivo es defender la posibilidad de que cada cual piense lo que quiera. Defendemos esa posibilidad para  nosotros mismos y para otros, lo cual no impide que en muchas ocasiones, aun partiendo del respeto de las opiniones ajenas, no estemos de acuerdo con ellas y las combatamos.

Para que quede claro: defendemos a muerte que cada cual se trague los sapos que quiera o compre la fruta podrida que mejor le parezca. Pero una cosa es creer o defender algo, y otra cosa es forzar los argumentos de tal manera que parezca que la realidad encaja, cuando todo demuestra lo contrario. Había un dicho muy común en mi época militante que decía que muchas veces, desde la izquierda, acomodábamos la realidad a las categorías teóricas que sosteníamos y no al revés. Bueno, algo de eso pasa ahora en ese armado político que denominamos kirchnerismo.

¿Por qué digo esto? Porque el 16 de octubre Cristina, en un encuentro con integrantes de La Cámpora y con el marco, nada más ni nada menos, que de la ex ESMA, bajó un discurso de fuerte contenido ideológico para terminar reivindicando, como ya lo ha hecho tantas veces, al sistema capitalista como “el más eficiente”. Después de esto, cantar “combatiendo el capital” en un acto bastante kitchnerista, en recuerdo de la gesta del 17 de octubre de 1945, debería haber sido bastante “difícil”. La contradicción entre combatirlo y defenderlo está en la mesa. Y sin embargo nadie se puso colorado por ello.

Pero si vamos a ser justos, hay que decir que en los dichos de Cristina de que el capitalismo es el sistema más eficiente, hay una dosis de verdad. Quizás debamos hacernos algunas preguntitas para poner en contexto qué tan “eficiente” es el capitalismo. Por ejemplo:

Debiéramos preguntarnos qué tiene de eficiente un sistema que nos ha condenado a una pandemia y nos va a condenar a otras, por los métodos de producción de alimentos, básicamente, las mega-granjas y demás. Y que luego de producido el desastre nos deja en manos de los laboratorios, que se erigen como los verdaderos ganadores de esta tragedia.

  • ¿Qué tiene de eficiente un sistema capitalista que, por ejemplo, condena a la miseria al 70% de los chicos del conurbano bonaerense?
  • ¿Qué tiene de eficiente un sistema como el capitalismo que, para apropiarse de las riquezas y los recursos naturales que necesita, no duda en bombardear e intervenir en cualquier lugar del mundo?, allí están Medio Oriente y Siria como ejemplos.
  • ¿Qué tiene de eficiente el sistema capitalista que, por ejemplo, condena a muerte y mata a Mariano Ferreyra, por acompañar los reclamos de los trabajadores precarizados?
  • ¿Qué tiene de eficiente un sistema que, por ejemplo, pierde en la cadena distributiva, el 14% de los alimentos producidos?: más de 400 mil millones de dólares en alimentos se pierden en dicha cadena mientras casi 700 millones de personas pasan hambre en el mundo. Sin contar los que se sacrifican muchas veces para mantener los precios de esos mismos alimentos.
  • ¿Qué tiene de eficiente un sistema que ha condenado a casi un cuarto de la población a vivir en condiciones precarias, sin agua, sin conexiones cloacales…? Estoy hablando de un cuarto de la población mundial viviendo en esas condiciones.
  • ¿O qué tiene de eficiente el sistema capitalista cuando en la Argentina, productora de riquezas si las hay, de bienes de consumo, en una pampa húmeda muy rica, el 50% de la población vive por debajo de la línea de pobreza?
  • Y las políticas extractivitas que están saqueando y destruyendo, no solo a la Argentina sino a toda Latinoamérica, ¿serán también una prueba más de la supuesta eficiencia de la que habla la vicepresidenta?

Podría aburrir con datos que demuestran que la tan mentada superioridad del capitalismo es, en realidad, un camino marcado hacia el desastre y que la no superación de este sistema de explotación abre obscuras perspectivas para toda la humanidad.

Pero al comienzo también dije que Cristina tenía razón en un punto cuando habló de la eficiencia. El tema es preguntarse para quién. Por supuesto que el sistema capitalista es eficiente para el 1% de la población mundial que se queda con el 86% de la riqueza mundial. Entonces:

¿Cómo no va a ser eficiente para ella y toda la casta política que gobiernan para ese 1%?

¿Cómo no va a ser eficiente el capitalismo para los que ingresaron 45 mil millones de dólares en deuda externa y los sacaron inmediatamente del país, sin que se hiciera un metro de autopista en ningún lado, y a su vez, ahora hacen que lo paguemos todos nosotros? ¡Es súper eficiente! Díganme qué otro sistema es mejor que éste.

Por supuesto que es eficiente el capitalismo para crear los paraísos fiscales donde han ido a parar las fortunas, siempre mal habidas, de tres mil y pico de argentinos, por ejemplo.

¿Hay algo más eficiente que eso?: el rico no genera nada, se queda con la mayor parte de la torta, la pone afuera en paraísos fiscales para ni siquiera pagar un peso de impuestos, desfinanciando al estado y que ni siquiera por esa vía pueda volver algo. ¿Más eficiente que eso…?

Entonces, el problema de la eficiencia o la no eficiencia se mide según del lado en que uno esté parado. No se mide según la famosa grieta entre kirchnerismo y macrismo, que en este caso no existe, porque en esto están de acuerdo.

En el mismo discurso al que estamos refiriendo, Cristina Fernández alertó a la oposición macrista que, en las últimas elecciones, un tercio de los votos se fueron entre la ultra derecha y la izquierda. Entre los que, según ella, “quieren expropiarlo todo” y los que “quieren quemar el Banco Central”. En esa alerta es donde nos damos cuenta que esa famosa grieta existe.

Pero sí hay una grieta, y es entre aquellos para quienes el capitalismo no es eficiente, y los que para ellos el capitalismo sí es eficiente. Esa es la grieta real: la lucha de clases, la pelea entre los de abajo y los de arriba.

Tiene razón Cristina cuando dice que el capitalismo es eficiente: lo dice porque está parada del otro lado, obviamente. No está parada del mismo lado que nosotros. Para nosotros, si no superamos este sistema productivo, estamos condenados cada vez más a un desastre.

Lo malo de todo esto, es que sectores de la izquierda parecen entender las cosas de igual forma que la casta política burguesa. Miremos como ejemplo los últimos debates en que participaron y la publicidad que hacen, donde levantan como una bandera esa propuesta absurda (por lo menos para quien esto suscribe) de convertirse en la tercera fuerza en un sistema electoral que defiende un régimen que defiende la eficiencia del capitalismo.

Cuando uno dice “la izquierda” quizás es demasiado abarcativo e injusto. Me estoy refiriendo a esos sectores de izquierda que son los que aparecen mediática y electoralmente. Que han jugado su intervención en ese papel: el papel de ser la tercera fuerza, o sea la tercera pata, o la pata de izquierda, de este sistema. Y que pelean por eso. Por eso en el debate entre los candidatos por la Provincia de Buenos Aires, Miriam Bregman, en vez de denunciar los términos del acuerdo con el FMI, que va a traer ajuste fiscal, reforma previsional, reforma laboral, se dedicó a polemizar con Milei. Está claro: está hablando en términos electorales, de la misma manera que lo hizo María Eugenia Vidal y el resto de los candidatos. Pero en ellos se entiende, ellos defienden la eficiencia del capitalismo.

Justamente, y delimitándonos de esta intervención de la izquierda a la cual criticamos, desde este humilde espacio apostamos diariamente a todo lo contrario. Denunciar que, como dijimos, la supuesta “eficiencia” del capitalismo no es otra cosa que explotación, corrupción, miseria y desastres naturales. Y que solo los trabajadores y sectores oprimidos podremos revertir esto, siempre y cuando a la vez que organizarnos y pelear, clarifiquemos estas cuestiones que, de última, son las que marcarán (o no) el norte de nuestra lucha.