En la Argentina, la inflación es un problema crónico, que afecta en primer término a quienes vivimos de ingresos fijos. Para entender este proceso, hablamos con Julio Gambina, economista, presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas y integrante del EDI (Economistas de Izquierda), entre otras cosas.

Este reportaje fue realizado el día antes de que conocieran los números del mes de marzo, del 7,7%. Corren tan rápido los hechos que, una semana después se disparó, el dólar ilegal, lo que significa en los hechos una devaluación del peso. Y más allá del control que el gobierno intenta, está claro que seguramente el aumento de precios en los próximos días y meses tenderá a recrudecer.


ENTREVISTA por Luis Cuello

Borrador Definitivo: Sabemos que los problemas económicos son muy vastos, complejos, pero hoy hay un problema que cruza profundamente nuestro país, que es este tema de la inflación. ¿Por qué se da la inflación y cuáles son las causas de esto?

Julio Gambina: La inflación hoy es el principal (junto con otros) problema económico de la Argentina, especialmente para los sectores empobrecidos de la población. Porque con los aumentos de precios no todos perdemos, hay algunos sectores que ganan y mucho. La inflación es expresión de la distribución regresiva del ingreso. El INDEC difunde una cantidad de datos todos los meses junto al indicador de la inflación. El INDEC muestra cómo se distribuye el ingreso en todo el país, o sea cuánto va para el salario, cuánto va para la ganancia, cuánto va para la renta del suelo. Y en esa distribución del ingreso venimos perdiendo los que vivimos de ingreso fijo y vienen incrementando la apropiación del ingreso aquellos que son propietarios de medios de producción, propietarios de tierra, propietarios de departamentos, propietarios de inmuebles, propietarios de empresas.

Por eso la inflación no golpea a todos por igual. Cuando uno piensa en economía, siempre hay ganadores y perdedores. Porque hay quienes pueden aumentar sus precios. Como los que anuncian aumentos de combustible: las empresas petroleras tienen una capacidad de negociación que no tienen otros sectores de la sociedad. Por ejemplo, jubiladas y jubilados, que son millones en la Argentina, no tienen capacidad de presión para mejorar sus ingresos jubilatorios. Lo mismo ocurre con trabajadoras y trabajadores. Sólo pueden mejorar los ingresos aquellos trabajadores y trabajadoras que están bajo convenio colectivo, que son la minoría de la clase trabajadora en la Argentina. La mayoría está fuera de esos convenios, la mayoría está en situación irregular, lo que se llama «changas».

BD: Justamente, entendemos que para estos sectores, hoy el drama es comer. Porque junto con los índices de inflación dados por el INDEC, el desagregado en alimentos es mucho más alto.

JG: Claro, porque mientras menos ingresos perciben las personas, hay una proporción mayor de consumo en necesidades básicas. Los sectores empobrecidos en la Argentina lo que gastan es principalmente en alimentos. Entonces es muy notorio esto. El año pasado la inflación casi llegó al 100%. Pero la inflación es un promedio de precios en la economía y los alimentos tuvieron un incremento el año pasado un poco por encima del promedio del resto de los precios. Incluso dentro de los precios hay variaciones que son muy importantes. En los últimos meses, por ejemplo, lo que ha crecido mucho es el precio de la carne, y la carne es un alimento principalísimo en la canasta alimentaria de la población, sobre todo de los sectores populares. Vos podés pensar en una inflación en torno del 6% mensual, pero hay cortes de carne que la mayoría han oscilado entre el 25% y el 35% de aumento. Con lo cual los sectores populares más empobrecidos, que gastan la mayoría de su ingreso en alimentos, tienen un mayor precio en los alimentos y por lo tanto restringen la capacidad de comprar otros bienes o servicios necesarios.

Y además ahora tenemos como un horizonte una fuerte presión para que aumenten los servicios, las tarifas, por ejemplo. Y eso es  un tema dramático que se va a ir sintiendo crecientemente. Ya hay aumentos de tarifas y son más los aumentos de tarifas que se vienen, porque la presión con el Fondo Monetario Internacional es que se ajusten más. Entonces, entre alimentos y servicios esenciales, se va deteriorando la capacidad de reproducir la vida cotidiana. Y por eso los problemas de salud o de educación terminan impactando en los sectores más empobrecidos, porque no tienen cómo defenderse. Si vas a los hospitales públicos o hablás con profesionales de la salud que te cuentan las condiciones de atención sanitaria de los sectores empobrecidos, son lamentables, son muy tristes. Hay atención porque hay hospital público, y porque hay trabajadores de la salud que son muy comprometidos, que atienden sin los instrumentos necesarios, sin las medicaciones suficientes. Pero, claro, eso tiene un límite, que es hasta donde llegue la voluntad personal de trabajadores de la salud. Pero claro… cuando vos ves que el presupuesto de pago de intereses de la deuda es gigantesco, entonces ahí entiendes por qué el estado retacea recursos para la salud, para la educación, para la vivienda, para la promoción del empleo, en fin, para atender necesidades múltiples de la población.

BD: Este gobierno, como tantos otros, promete dar batalla contra la inflación pero por otro lado avanza cada vez más en acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, que es una de las causas que vos planteas. Y por otro lado, con el dólar-agro y cosas por el estilo, sigue beneficiando a estos sectores que son dueños concentrados de medios de producción.

JG: Es que es un tema de poder. Yo decía que no cualquiera puede aumentar los precios y los gobiernos son subordinados a la lógica del poder económico. Hemos mencionado el tema de la deuda, pero  fijate que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional fue logrado con apoyo de la oposición. Una oposición que es muy dura con el gobierno actual, sin embargo cuando llegó el momento de acordar, y cuando hubo algunos integrantes del gobierno que se manifestaron en disidencia, el apoyo lo encontró en la oposición. Quiere decir que hay una mayoría parlamentaria de lo que es el sistema político en la Argentina que está de acuerdo en las líneas esenciales de lo que el poder económico quiere.

Y el poder económico en la Argentina, que son los grandes propietarios de los medios de producción (estamos hablando principalmente de capital extranjero o de capital local vinculados a los capitales extranjeros) son dominantes en el agro, en la industria, en las finanzas, en el comercio. No hay sector de la economía que no esté dominado por este gran sector concentrado de la economía. Y ese gran sector concentrado de la economía opera sobre el régimen político en la Argentina: el poder ejecutivo, el legislativo, el judicial. Por eso es una realidad que la justicia privilegia la seguridad jurídica de las inversiones y no la seguridad jurídica de las personas, especialmente de las empobrecidas. El Poder Legislativo, en general legisla en función de las necesidades del gran poder concentrado. Y lo mismo el poder ejecutivo. Mirá la gestión de Sergio Massa: ya lleva tres dólar-soja (o dólar-agro, no importa cómo se llame). Y al mismo tiempo se están anunciando que van a restringir los subsidios a la energía, cosa que obviamente impacta a los sectores más empobrecidos. Hay movilizaciones cotidianas pidiendo incrementos de beneficios sociales, pidiendo que lleguen los bolsones de alimentos a las poblaciones empobrecidas. Y no hay satisfacción para los de abajo. De vez en cuando aparece alguna compensación, se tira un hueso compensatorio; pero lo principal de la política económica va orientado a satisfacer la demanda del sector más concentrado.

BD: Hace días se conoció que el estado paga más en los intereses de LELICs que en el monto global de lo que se pagan las jubilaciones. Esto nos hace pensar que esa vieja promesa: “entre los bancos y los jubilados, me quedo con los jubilados” ha sido una mentira absoluta.

JG: Para que se entienda este mecanismo. Cuando el gobierno emite dinero para lo que sea, esa emisión de dinero tiene que retirarla con títulos públicos. Parte de esos títulos públicos son las letras de liquidez (LELICs) ¿Quién compra esas letras de liquidez?: los bancos. O sea, los bancos le entregan dinero al Banco Central y el Banco Central le entrega estas letras, letras que son onerosas, o sea que pagan un interés y está el dato este que vos señalas.

Pero resulta que están pagando un costo superior al que el Estado Nacional paga por el total de jubilaciones. ¡Los bancos reciben una cifra en intereses de LELICS que es superior a lo que perciben 7 millones de jubilados! Es una cifra gigantesca que, incumple con una promesa de campaña electoral, y muestra claramente cómo el sistema económico argentino trabaja para la concentración de la ganancia. Y digo el conjunto del sistema económico porque la ganancia que se apropian bancos o grandes empresas, o lo que es la fuga de capitales, tiene que ver con el trabajo social de la Argentina. La riqueza de la Argentina que se distribuye bien y mal es producto del trabajo social. Todas las cosas que usamos en la Argentina y que son producidas en la Argentina son producidas por el trabajo humano. Todas las construcciones nuevas que se hagan, desde el gasoducto que se está haciendo para sacar el gas de Vaca Muerta y traerlo al puerto, a la producción agraria que se consume en el mercado interno o se exporta, o la vestimenta que utilizamos o los alimentos que consumimos, son producto del trabajo social de la Argentina. Y ese producto social de nuestra población tiene su equivalente en ingreso, una gran parte de ese ingreso,  va como ganancias o como fuga de capitales hacia el exterior. Mucha parte de la producción social de la Argentina termina acumulándose en el extranjero, sea como activos de argentinos en el exterior. Sea como depósitos en el sistema financiero mundial, sea como inversiones, en acciones, en títulos o en propiedades. Por eso la contrapartida del endeudamiento que tiene la Argentina, es la apropiación privada de ese trabajo que es social.

En la Argentina hay mucho trabajo. La Argentina tiene una capacidad productiva muy grande, pero esa capacidad productiva es apropiada privadamente por unos pocos y disfrutada por muy pocos, por eso lo que sería necesario es un proyecto político alternativo, distinto, con un gobierno que piense en resolver las necesidades alimentarias, educativas, sanitarias, laborales, esa mayoría empobrecida que no es tenida en cuenta por los sucesivos gobiernos, pese a que llevamos 40 años de gobiernos constitucionales, donde las grietas en muchos lados son bastante relativas.

BD: Como vos decís: en el tema de la deuda no hay grietas, como tampoco las hay en las políticas extractivistas, ni la política frente a los jubilados.

JG: Más que las políticas extractivas, yo diría que en todo el modelo productivo. Cuando uno piensa en los cambios económicos profundos de los últimos 40 años, incluso que vienen desde la dictadura y se consolidaron en gobiernos constitucionales, es la Argentina de la soja y sus derivados. La Argentina no tenía soja en la década del 60, la soja empezó a aparecer en los 70 y en los 90 se consolidó la soja transgénica. Por eso el complejo sojero, que hoy es el principal proveedor de divisas y es un cambio estructural de la economía argentina, empezó con la dictadura militar y que se consolida en estos gobiernos desde ahí hasta el presente. Vemos la megaminería a cielo abierto. Yo soy nacido en San Juan, en San Juan había siempre una minería tradicional. La megaminería a cielo abierto (la producción de oro en la mina Veladero, por ejemplo) toda esa megaminería en la zona cordillerana tiene que ver con el cambio del Código Minero en la década del 90. Y ahí, como bien señalabas, hay acuerdo, no hay grieta, hay acuerdo total.

BD: Toda esta situación plantea un problema de salida entonces, viéndolo desde el punto de vista de la clase trabajadora.

 JG: Claro, y cuando vos pensás en las salidas hay que apuntar a esa cuestión. Por eso cuando uno piensa en términos de alternativa política, no hay alternativa política sin un programa que transforme sustancialmente el orden económico social en la Argentina y revierta esta situación de dominación. Y entonces, en vez de pensar en la lógica del modelo productivo y de desarrollo que favorece a los capitales más concentrados, hay pensar en una lógica de producción y distribución que empiece por resolver los problemas de la mayoría empobrecida. Algo así como revertir la situación y organizar el orden económico-social empezando por la soberanía alimentaria, la soberanía energética, la soberanía financiera. En la Argentina hay experiencias, proyectos, programas, fuerza de trabajo, incluso capacidad intelectual, que está ahí plantada con mucha potencialidad para desarrollos programáticos alternativos.

BD: Volviendo al acuerdo con el FMI, da la impresión que el plan que se plantea es sumamente coincidente con el de amplios sectores de la gran burguesía: reforma impositiva, reforma del régimen laboral y flexibilización, reforma educativa…

JG: Hay que ser muy claro: en el fondo manda Estados Unidos. El fondo tiene un directorio donde la mayoría accionaria la tienen Estados Unidos y Europa, Alemania en particular. Y por lo tanto dirigen, desde el Fondo Monetario Internacional, una estrategia global de dominación. Y aclaremos otra cuestión: no es que el Fondo le impone a la Argentina este programa. Este programa se lo llevó la Argentina al Fondo.

Pensemos que es Macri el que le pidió una ayuda financiera para tener un segundo turno de gobierno. Estados Unidos arbitrariamente lo aprobó, porque el Fondo Monetario, por estatuto, no podía prestar esa magnitud de dinero, apenas podía haber prestado la mitad de lo que prestó. O sea que el fondo está en falta, por eso el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández debieron rechazar el acuerdo con el fondo y decir que eso era una ilegalidad, pero no lo hicieron, lo reconocieron. Y entonces el gobierno decidió renegociar esa deuda a la cual le podemos poner muchos calificativos, que era una deuda inmoral, impagable, odiosa, y a partir de ahí le ofreció al Fondo Monetario un plan de pago del crédito que sacó Mauricio Macri, que era a cinco años, y el crédito que obtuvo en la negociación Martín Guzmán con Alberto Fernández es un préstamo a 10 años, y por lo tanto la hipoteca se potencia. Y venimos con una renovación de hipoteca desde la dictadura militar.

Ayer hubo una movilización popular gigantesca en Plaza de Mayo, planteando la anulación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, porque éste hipoteca la perspectiva de cualquier posibilidad de salida. Por eso el Fondo Monetario Internacional y la política económica del gobierno y la oposición de derecha es coincidente. Después pueden diferir en cómo avanzar en tal o cual cuestión. En cierto aspecto ellos están discutiendo los tiempos y la puja de sectores de este capital concentrado para ver quién se queda con las tajadas.

Porque incluso hoy sectores muy concentrados en la economía discuten si les conviene una política económica desembozada de reforma laboral, de reforma previsional, que por la historia de la Argentina, de resistencia popular muy fuerte, significa tocarle la oreja a los trabajadores y las trabajadoras argentinos, que es un tema delicado. Ya pasó en el 2017 cuando Macri, después del triunfo electoral de medio turno, quiso avanzar en la reforma previsional y laboral y miles de trabajadoras y trabajadoras salieron a la calle y frenaron esa reforma laboral. Y ese es un objetivo que está pendiente pero muchos sectores del gran capital dicen: «bueno hay que tener cuidado no hay que despertar a la fiera del movimiento popular en resistencia». Porque Argentina tiene una larga tradición, una larga historia y cualquiera que viene de afuera se sorprende de ver la cantidad de movilizaciones, de organizaciones populares distribuidas en todo el país. Digamos que hay una tradición de organización y lucha social, sindical, popular, muy extendida en la Argentina, que es un tema que hay que tenerlo en cuenta. A la política económica no le alcanza con los objetivos del FMI, del gran capital, de cualquier gobierno, sino que hay que pensar en las respuestas populares.

BD: Habrá que ver entonces si estos procesos de resistencia pueden dar algún salto para pasar a la ofensiva.

JG: En la Argentina, luchas hay y muchas. El problema es que no se ha consolidado todavía, en tanto tiempo, una articulación política popular que le dé un horizonte de salida a luchas que son muy importantes. Porque más allá de las luchas sociales o del movimiento obrero, tenés las luchas feministas las luchas ambientalistas. Pero todavía son luchas fragmentadas. No hay una articulación de ese conjunto de luchas sociales que permita un horizonte de protestas que vaya en el sentido de cambiar el rumbo de la economía, de la política, de la sociedad en la Argentina. Por eso la gran ausencia de la Argentina es un proyecto político social emancipador, de transformación. Y por eso hace falta conversar, argumentar, dialogar mucho, porque obviamente un proyecto de esa naturaleza requiere de una masividad, de una sociedad consciente que no sólo luche por sus derechos sino que vaya por más, por procesos de transformación.

BD: Y será necesario plantear claramente la independencia política de los gobiernos y de estos sectores que son los dueños de los medios de producción.

JG: Sin transformar, sin afectar el poder económico, no hay posible transformación. Porque yo digo: Argentina produce riqueza, el tema es que hay que tener fuerza política para reorientar esa riqueza y satisfacer las necesidades de la población. Digamos, hay que meter la mano en algunos bolsillos para poner los recursos en otros bolsillos. Eso es poder político. Y por eso, en definitiva, todo el debate de la economía termina en el debate político. ¿Argentina podría resolver las necesidades de toda la población? Si hay poder político para poner por delante la satisfacción de las necesidades alimentarias, sanitarias, educativas, de vivienda, recreativas, culturales, etc. Eso es poder político, sin lugar a dudas.