Para los gobiernos capitalistas los trabajadores son carne de cañón. El caso tenemos que verlo en el contexto del regreso a la presencialidad escolar como sea impulsada por el gobierno nacional.

Ayer domingo conocimos la dolorosa noticia de la muerte del trabajador de la educación Jorge Langone a causa del Covid 19. Como reacción de repudio, los sindicatos Ademys y Ute convocaron a un paro para el día lunes 29 de marzo y una jornada de protesta y duelo. Jorge ejercía en la EETN° 13 de Villa Lugano.

La muerte del compañero se produce tras un mes de iniciadas las clases presenciales pertenecientes al ciclo lectivo 2021 y después de la campaña lanzada por el gobierno nacional de Alberto Fernández y el ministro offshore Nicolás Trota por el regreso a la presencialidad en las escuelas, junto a Rodríguez Larreta y su ministra de educación antidocente, Soledad Acuña, y junto al resto de las administraciones provinciales. Un regreso que sucedió sin haber invertido lo necesario para acondicionar los edificios escolares después de un año sin concurrencia, y cuando comienza la “segunda ola” de contagios de la pandemia, bajo el azote de las nuevas cepas.

Con esta política de iniciar las clases como sea, con protocolos basados en medidas administrativas de reducción de horas y con menor cantidad de jóvenes en las aulas separados en «burbujas», miles de docentes y estudiantes son expuestos indefensos a la crisis sanitaria en curso que se suma a la precariedad de siempre en la educación y en la vida. Según UTE, desde la vuelta a clases se contagiaron más de 1200 personas entre docentes, estudiantes y auxiliares en la capital del país. Además, recordemos que en la primera semana de clases, había fallecido una directora de Baradero y en Jujuy dos docentes.

Trota, Larreta, kiciloff y todos los gobernadores juegan con la vida de las personas que integran la comunidad educativa, todo para cumplir con sus objetivos políticos electorales, y para satisfacer las necesidades empresariales de mantener andando la maquinaria educativa, en la que las escuelas son usadas de guarderías de los hijos de los trabajadores.

Más allá de las diferencias discursivas y de otras índoles, en el ámbito educativo el actual gobierno se presenta en los hechos como continuador de una política de destrucción y vaciamiento de la educación pública y de desidia por las condiciones de trabajo y de vida de los docentes y de los estudiantes que viene desde hace décadas, una política aplicada por las sucesivas administraciones gubernamentales. Esta lógica de abandono estatal, en 2018 se llevó las vidas de Sandra (vicedirectora) y Rubén (auxiliar), quienes murieron a causa de la explosión por un escape de gas en una escuela N° 49 de la ciudad de Moreno cuando se aprestaban a preparar el desayuno; hecho que fue producto de una cadena de desidia histórica por parte del Estado y de los sucesivos gobiernos. Por eso, la responsabilidad de la por entonces gobernadora de la provincia de Bs. As. María Eugenia Vidal en ese crimen fue directa.

La vulnerabilidad del sistema educativo nacional no solo se observa en la falta de inversión en infraestructura, en recursos humanos y pedagógicos, sino también, se plasma en la situación de los principales actores; con docentes trabajando a cambio de pésimos salario y un régimen de flexibilidad laboral; y especialmente, se ve en las condiciones de pobreza en la que viven la mitad de los niños del país. ¿Cómo pueden mejorar la educación de un país cuando sus protagonistas viven cada vez peor? La pandemia vino a empeorar un panorama que ya era harto complicado para los poco más de un millón de docentes que hay en el país. En este contexto tenemos que analizar la muerte del compañero.

La educación pública ve profundizar su crisis a raíz de las políticas estatales, que reflejan las estrategias empresariales en desmedro del bien público. Por ello, el conjunto de los trabajadores de la educación, estudiantes y las familias necesitamos detener esta política de desidia hacia la vida humana y la educación por parte del Estado. Necesitamos, construir desde las escuelas, los lugares de trabajo, los barrios, una alternativa para gestionar la crisis sanitaria y educativa colocando en primer lugar las necesidades pedagógicas y de salud de los hijos de la clase obrera.

Alejandro Morales