En un principio, la noticia fue una de tantas que habitan la sección de policiales de los diarios de Rosario y sus alrededores. Un hombre intenta robar cables de alta tensión de un pozo que la Empresa Provincial de Energía (EPE) había dejado abierto y recibe una descarga que calcina el 90 % de su cuerpo. Y después del desenlace y de los titulares, los comentarios envalentonados de quienes siempre gustan de celebrar que haya “uno menos”.

En las postrimerías del año que se fue llegaban desde Ecuador imágenes y noticias desgarradoras, imágenes y noticias que pintaban un país donde se desataba una feroz guerra entre las bandas narco  y el estado ecuatoriano. El presidente Novoa sacó a los militares a la calle con la supuesta orden de poner en caja esta situación. Sin embargo nuestro entrevistado, Agustin Kachi Puendo, nos pinta otra realidad, nos brinda otra mirada. Agustín es dirigente de la CONAIE (Confederación de nacionalidades Indígenas del Ecuador).

Llenar los accesos y egresos de barrios pobres con policías no reduce el delito, todo lo contrario, al colocar en las barriadas contingentes de fuerzas violentas y corruptas como lo son la bonaerense y gendarmería aumentarán de manera directa los casos de gatillo fácil y abuso de autoridad y, de manera indirecta pero mucho más certera, fortalecerá la fusión de las fuerzas de seguridad -proveedores de zonas liberadas y armamento- con los dueños de la droga -quienes casualmente no viajan en bondi, ni viven en villas-.