Artículo publicado por El Porteño

Por Eduardo Luque

Un dato señala su importancia: el Silicon Valley Bank aseguraba prestar sus servicios a cerca del 50% de las compañías estadounidenses. Es el gran financiador de empresas como  YCombinator, una incubadora de firmas tan conocidas como Airbnb, DoorDash y Dropbox. Sus inversores son grandes compañías, como el gigante de la comunicación Discovery o empresas de capital riesgo como Andreessen Horowitz o Beyond Meat, el mayor fabricante de carne artificial del mundo. Estas empresas punteras representaban el 44% de su cartera el año pasado.

De nuevo el fantasma de la crisis financiera se cierne sobre Occidente. Nuevamente los ecos de la crisis del 2008 resuenan en nuestros oídos. Una vez más nos enteramos de que las grandes calificadoras de riesgo bancario vuelven a mentir. Son las mismas que dos días antes de que quebrara Lehman Brothers afirmaban que era un banco solvente. En este caso sólo una gran entidad había colgado el cartel de “venta” como recomendación para sus inversores, otras 15 gestoras de fondos aconsejaban “comprar” dada la “solvencia” del banco. Son miles y miles de millones de dólares diarios los que movía esa empresa para todo tipo de transacciones; desde abrir pequeñas cuentas, pagar nóminas o asesorar a inversionistas. Todo ese flujo se ha cortado de repente; el alcance del efecto dominó ahora mismo es imprevisible.

El día 15 será una fecha crítica, miles de empleados tienen que cobrar sus nóminas. Los gestores de las empresas andan como locos buscando capital puesto que de no pagar las nóminas, según la normativa norteamericana, te pueden achacar responsabilidades legales. La quiebra del banco hará imposible acceder a la liquidez que necesitan las empresas. El contagio es previsible, aunque será a partir de los próximos días cuando comenzaremos a intuir la gravedad de la situación. Las grandes tecnológicas, Google, Apple, Facebook, iniciaron hace meses un proceso de reducción de personal con el despido de más de 50.000 trabajadores. Su valor de mercado se redujo en 4 billones de dólares, dado que la salida de la pandemia provocó una reducción en las ventas on-line. La crisis de las “Big tech” explica en parte el escenario. El Silicon Valley Bank (SVB) era el banco de las startups, aunque la ola provocada por su quiebra será muy potente y afectará a múltiples sectores. Sus repercusiones se han sentido inmediatamente en las bolsas de Londres, Milan, Franfurtk, París o Madrid. Una de las consecuencias previsibles será un proceso acelerado de mayor concentración empresarial en torno a las grandes compañías.

Como en 2008, los altos directivos, los reguladores nacionales o internacionales (que deben velar por la transparencia del sistema) estaban nuevamente ausentes. Directivos del Silicon Valley Bank afirmaban el día 9 de febrero que la salud del banco era excelente, mientras, retiraban a hurtadillas cerca de 5.000 millones de dólares en acciones.[1] La descapitalización promovida por sus gestores no pasó inadvertida: con problemas de liquidez, el banco tuvo que vender un paquete de acciones a pérdidas. Eso provocó el pánico entre los inversores, que quisieron retirar su dinero. Es así como el día 10 se producía la mayor quiebra bancaria de EEUU tras la crisis del 2008. Están afectadas unas 30.000 empresas (sólo en EEU). SVB es un prestamista crucial en empresas emergentes no sólo del sector tecnológico, sino del socio-sanitario. La liquidez la proporcionaba el capital riesgo. La enorme afluencia de papel (los ingresos en la pandemia fueron extraordinarios) permitió al banco impulsar la inversión en bonos del tesoro y deuda a largo plazo por un valor, se supone, superior a los 85.000 millones de euros. En la actualidad valen unos 60.000 millones de dólares (14.000 millones de euros menos). Al encarecer la Reserva Federal el precio del dinero se ha puesto en muchas dificultades a los endeudados, sean empresas o particulares, cuestionando la solvencia del sector bancario que haya invertido en bonos. Otra consecuencia de la subida de tipos ha sido la pérdida de otros 52.000 millones por parte de los grandes bancos y el retroceso generalizado de las bolsas internacionales. Como las inversiones del banco han respaldado proyectos en Canadá, China, Dinamarca, Alemania, Irlanda, Israel, Suecia y el Reino Unido el riesgo ya no es local, sino sistémico.

El Silicon Valley Bank (SVB) era el preferido de las empresas de alta tecnología y de las grandes firmas relacionadas con el mundo de las “startups”. Las grandes tecnológicas apuestan por una mayor concentración empresarial y bancaria. Serán las grandes beneficiarias. Es una quiebra oportuna dado que la lucha geopolítica se libra también, y sobre todo, en el ámbito de la comunicación y las Redes sociales. No es casual que en este momento se esté expulsando del mercado norteamericano y europeo a los actores chinos, desde Huawei hasta Tick Tock. Las compras, ventas o absorciones entre las grandes tecnológicas se han sucedido en los últimos meses. La quiebra del banco californiano conllevará una mayor concentración empresarial. Las empresas que quiebren, como consecuencia de la fallida bancaria, se venderán a precios de saldo, como sucedió en la anterior crisis.

La quiebra está provocando –las jornadas que vienen serán muy movidas– una agitación enorme en las finanzas internacionales. El hundimiento del banco arrastró la bolsa de California provocando el pánico financiero en el resto del mundo. La situación es tan grave que el propio gobierno estatal anunció la liquidación de la entidad. Los activos han sido transferidos tal y como anuncia el Departamento de Protección Financiera de California al Banco Nacional de Depósitos Asegurados de Santa Clara. El objetivo teórico es proteger el dinero de los clientes, digo teórico porque evidentemente ningún banco tiene dinero suficiente para cubrir el 100% del capital de sus inversores. Sería como si creáramos un banco con el mismo o superior capital al quebrado y dejar ese dinero inmovilizado por si se produce una crisis. En nuestro país, por ejemplo, los 100.000 euros que dice proteger el Estado es desde el punto de vista numérico una entelequia. No hay activos suficientes ni capital para cubrir la quiebra del BBVA o La Caixa, pongamos como ejemplo.

La consecuencia inmediata ha sido la imposición de un “corralito financiero”. Los inversores sólo recuperarán sus ahorros por debajo de los 250.000 dólares (234.000 euros al cambio actual), y siempre condicionados a que haya liquidez. Se supone que las cantidades inferiores serán devueltas a los clientes. Otra nueva mentira para intentar apaciguar el pánico bancario. Los depósitos mayores deberán esperar a liquidar los activos del banco para poder cobrar. Se ignora el número de afectados directos.

El gran riesgo es el contagio a otros bancos. En un solo día los cuatro bancos más grandes de Norteamérica (JP Morgan Chase, Citigroup, Wells Fargo y Bank of America) han perdido 49.000 millones de euros sólo en la jornada del viernes 10. Además se considera, según los datos del gobierno federal, que esas mismas instituciones atesoran otros 600.000 millones de dólares en pérdidas puesto que compraron bonos a tipos de interés muy bajos en los últimos años. Al subir los tipos se han depreciado enormemente. El miedo a las quiebras en cadena está ahí. Los cierres y los despidos masivos de trabajadores serán la consecuencia. Todo el ecosistema de las Tech muestra que es una enorme burbuja financiera. Nos están vendiendo humo.

[1] Paradójicamente su Director administrativo fue en su momento Director financiero de Lehman Brothers antes del histórico colapso de ese banco, según reveló la gestora de fondos Genevieve Roch-Decter.