El panorama internacional de la semana que pasó vio emerger nuevamente el drama de los migrantes, que los gobiernos del planeta denominan “ilegales”. Esta vez, fue el caso de 8 mil seres humanos que entre lunes y martes (17 y 18 de mayo) llegaron a las costas de la ciudad colonial española de Ceuta, ubicada al norte de África, a las puertas del estrecho de Gibraltar que conecta la región con Europa, específicamente con la península ibérica.

El otro acontecimiento fue la tregua entre el Estado de Israel y Hamas, que opera en la franja de Gaza, tras once días de bombardeos. Ambos eventos, parte de procesos más profundos, son manifestaciones de la lógica imperante en la política internacional del sistema capitalista desde siempre, lógica que genera sufrimiento sobre los pueblos del mundo, especialmente, sobre aquellas poblaciones que residen en regiones estratégicas para los poderes mundiales. Y el norte de áfrica y medio oriente son zonas vitales por sus reservas de petróleo, por ser paso entre tres continentes para rutas comerciales y de personas, lo que da un valor geoestratégico vital. Es decir, que estamos en presencia de la barbarie que el imperialismo está desparramando por el mundo.

El drama de los migrantes de Ceuta

Los migrantes llegados a Ceuta refleja, otra vez, la realidad miserable de millones que buscan escapar del infierno de la miseria, de las guerras o de la opresión padecido en sus países de origen. Con la esperanza de tener una “vida normal” intentan llegar a Europa a través de diferentes vías marítimas del Mediterráneo, entre ellas la que pasa por Ceuta, Melilla o las islas Canarias pertenecientes a España. Miles y miles se lanzan a la travesía de alcanzar la misma Europa que es responsable de los males que padecen en sus hogares. Estos es lo que sucede particularmente en los países africanos, todavía sujetados a las potencias europeas o norteamerica.

A Ceuta llegaron alrededor de 8 mil personas en pocas horas lo que constituyó un récord histórico, entre ellos, había familias enteras, jóvenes, niños y ancianos. Las imágenes de una bebé rescatada o el abrazo de un joven con una rescatista o enfermera grafican el sufrimiento de esas personas y conmueven hasta lo profundo.

¿Cuál fue la respuesta del Estado Español? El envío del ejército, con tanques, fusiles y soldados pertrechados para reforzar la frontera, es decir, la represión y la expulsión de la mayoría a sus destinos originarios. Ayuda humanitaria, para nada. Lo natural, por parte de los Estados (todos) aplicadores de las recetas pro imperialistas en el tema migratorio. Porque, lo mismo se observa con respecto a los migrantes en el Mediterráneo, en el sur de Europa, al igual que en la frontera de EEUU.

El caso de Ceuta, también, muestra como los Estados, en sus disputas políticas, usan las vidas humanas de moneda de cambio o de factor de presión. Los medios españoles señalan que el evento estuvo azuzado por Marruecos que atraviesa un conflicto diplomático con España a raíz de la soberanía de Sahara occidental. Madrid acusa al gobierno marroquí de dar vía libre a los migrantes como represalia a que España dio asilo a un líder sarahui del frente Polisario, Brahim Ghali, que combate por la independencia de dicha región. Ese tema desde noviembre pasado ingresó en un momento de tensión extrema al reanudarse los combates armados con las fuerzas militares de Marruecos. La disputa se explica en buena medida porque el territorio de Sahara Occidental posee suculentos recursos pesqueros y yacimientos de fosfato.   

Esta cuestión, además nos permite notar que los temas de territorios bajo dominio colonial aún siguen siendo un tema conflictivo en varias regiones, lo que prometen volverse focos de tensión en el futuro. En fin, es el imperialismo.

Palestina martirizada

El otro tema internacional de relevancia fue el anuncio de la tregua entre El Estado de Israel y Hamas, por mediación de Egipto, para detener los bombardeos sobre la Franja de Gaza tras once días de bombardeos. El saldo hasta el momento es de unos 260 muertos, entre los que se cuentan 65 niños, más de 8.500 heridos y la destrucción de infraestructura civil indispensable para el normal funcionamiento de una sociedad. Estamos hablando de que el gobierno sionista demolió, mediante aviones y artillería, escuelas, hospitales, carreteras, viviendas, edificios y un largo etcétera. También, mencionemos las cicatrices que deja el terror sobre las familias palestinas, sobre la niñez, el pensar que en cualquier momento puede car una bomba, un misil sobre uno mismo o sobre un ser querido, el terror. ¿si esto no es barbarie, qué lo es entonces?

Teniendo en cuenta el historial de la política israelí, tenemos que ver la tregua como una pausa hasta la próxima matanza, porque la ocupación, la expulsión de hogares, la discriminación, el apartheid y el bloqueo que sufren los palestinos no están en la mesa de negociación de las potencias. La franja de Gaza continúa siendo la mayor cárcel a cielo abierto a la espero de un nuevo capítulo de terror. Cisjordania, con la tregua seguirá padeciendo en su interior el avance voraz de los colonos israelíes sobre sus tierras más fértiles y preciadas como un cáncer que carcome constantemente. Pasaron 73 años de la fundación del Estado de Israel (14 de mayo de 1948), desde el inicio de la colonización y ocupación de los territorios palestinos por parte del Sionismo y la nakba (catástrofe) palestina sigue su curso.

Pero también, queda la rebeldía de la juventud, de aquella que la opresión le quitó todo menos la dignidad de luchar contra el ocupante que los quiere expulsar de sus tierras ancestrales. Este elemento, el de una población que se alzó al mismo tiempo en los territorios ocupados, en los pasos fronterizos y que recibió el apoyo de la clase trabajadora y de jóvenes de otras regiones del planeta, fue uno de los hechos destacados y que llevó a pensar de la posibilidad del estallido de una nueva Intifada (levantamiento)

La pandemia lejos de modificar la esencia del sistema capitalista la dejó en evidencia. Desnudó su esencia opresiva, desigual y destructiva de la sociedad, de las vidas humanas y de la naturaleza.

Sin embargo, a pesar de todo y contra todo, los pueblos  dan respuestas contra la barbarie. Como en la misma Palestina, donde el miércoles 19 pasado se realizó una huelga general, lo que señala una unidad entre los distintos territorios y que contó con la simpatía de millones en el mundo. Como en Colombia, en Chile, como en Myammar que nos muestra que el sujeto para derribar este sistema y construir una nueva sociedad está vivo y con energías.

AM