En la perspectiva de conocer más sobre la realidad chilena y de profundizar los interrogantes que nos hacíamos en la nota : ¿Podrán los trabajadores y el pueblo chileno aprovechar la derrota electoral del gobierno para imponer una salida obrera y popular?, publicaremos una serie de artículos, reportajes y notas que aporten a la reflexión. La nota que reproducimos a posterior, con la que comenzamos esa serie fue publicada originalmente en el portal El Porteño, a cuyos editores agradecemos la autorización para su publicación.

Nota original: Derrota de la casta política en Chile – El Porteño


por Patricio Guzmán y Enrique Chinasky

Durante tres décadas la derecha tradicional y los partidos de la Concertación cogobernaron en Chile, una coalición en el gobierno y otra en la oposición. Pero ambos conglomerados de acuerdo en gestionar y profundizar el modelo económico y social de capitalismo neoliberal que tiene su origen en la dictadura de Pinochet, ambas coaliciones al servicio de los intereses de los Grandes Grupos económicos. Por eso a estos conglomerados se les ha llamado el duopolio en el poder, o más simplemente “las dos derechas”. Este sistema de partidos quedó herido de muerte, con la irrupción masiva de independientes y partidos en la izquierda del arco político.

Los resultados de las elecciones celebradas el pasado fin de semana 15 y 16 de mayo de 2021 en Chile han resultado en un inesperado golpe a los aparatos políticos tradicionales al servicio de las clases dominantes. Estos resultados de alguna manera constituyen una continuidad con el levantamiento social iniciado en octubre de 2019.

En este movimiento masivo se pusieron en marcha millones de personas exigiendo derechos sociales, laborales y democráticos negados durante décadas de capitalismo neoliberal salvaje. El movimiento social se desarrolló sin la conducción de partidos políticos ni de los grandes sindicatos.  La revuelta encabezada por la juventud trabajadora entró en reflujo, aunque nunca fue derrotada propiamente, con el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” en noviembre de 2019 de la gran mayoría de las fuerzas políticas del Congreso. Este acuerdo fue un salvavidas para el gobierno derechista de Sebastián Piñera y desde marzo de 2020 con la llegada de la pandemia de Coronavirus a Chile.  

Desde el último semestre del primer gobierno de Piñera el crecimiento de la economía chilena se ha ralentizado y luego con el segundo gobierno de Bachelet y nuevamente con Piñera se estancó. Chile carece de un sistema de Seguridad Social sólido. Chile es un país la empresa privada debe privilegiarse por mandato de la constitución, heredada de la dictadura pinochetista, incluso el agua, los recursos naturales y los servicios básicos están en manos privadas. Lo que ha provocado un gran endeudamiento de las familias chilenas, cada vez más empobrecidas. Hace algunos meses un reporte del Banco Central informo cual era el nivel de endeudamiento familiar “De esta manera, al 2020, y con crisis sanitaria y social campante, el informe del Banco Central de Cuentas Nacionales por Sector Institucional, la deuda doméstica, es decir, de los hogares, subió al 75,4% de sus ingresos disponibles. En concreto, de 100 pesos de ingresos en una familia, se deben más de 75 pesos”.  En contraste la desigualdad de ingresos es brutal, una investigación de 2013 de economistas de la Universidad de Chile mostró, a partir de datos del Servicio de Impuestos Internos (SII) para el período 2005-2010, que la participación en el ingreso de los individuos pertenecientes al 1% más acaudalado es de 30,5% del ingreso total, mientras que el 0,01%, que son cerca de 300 familias, concentran el 11% de los ingresos.  La desigualdad, los permanentes abusos, los bajos salarios y las pensiones miserables explican en gran parte la explosión social de 2019, a partir de un tema aparentemente tan menor como un alza de 30 pesos en el metro de Santiago, a lo que se sumó la represión policial transmitida por la televisión y las redes sociales.

Con el gobierno de Piñera al borde del colapso la casta política ideó una operación de salvataje; el 15 de noviembre de 2019 el Congreso anunció que había alcanzado un Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución. La finalidad era encausar hacia las instituciones una situación que se había escapado de control, con una movilización masiva nacional en las calles que enfrentaba la represión y una creciente red de asambleas territoriales auto convocadas y un paro nacional.

El Acuerdo del Congreso estaba lleno de trampas, se votó un plebiscito con voto voluntario en que la gente debía votar si quería mantener o cambiar la Constitución, y otro voto era para decidir si debía discutirse la nueva carta constitucional en una Convención Constitucional mixta (mitad de miembros designados por el congreso y mitad elegidos por los ciudadanos) o en una Convención con miembros elegidos todos por voto universal. No se trata de una Asamblea Constituyente soberana ya que hay temas que no se pueden discutir como los Tratados Internacionales de Libre Comercio que amarran el modelo económico social chileno a los intereses de las multinacionales y los países capitalistas desarrollados. Además, se incorporó la norma de aprobación por dos tercios, o dicho de otra manera que con un tercio la derecha podía bloquear la aprobación de cualquier artículo de la nueva Constitución y para aprobar las normas de funcionamiento de la Convención.

Inicialmente los 155 miembros de la Convención debían elegirse de acuerdo con los mismos criterios que se elige el Congreso, a través de los partidos políticos muy desprestigiados. Sin embargo, la presión social de un movimiento que rechazaba el Acuerdo y muy activo en las calles para entonces forzó al parlamento a introducir modificaciones facilitando la participación de independientes y su alianza en listas. Además, incorporó el criterio de paridad de hombres y mujeres en la elección, y una representación garantizada de 17 escaños para los pueblos indígenas.

El resultado ha sido un verdadero terremoto para el sistema político. Las predicciones de las empresas encuestadoras han quedado totalmente desmentidas por los hechos. La derecha y en general los partidos políticos tradicionales han recibido votaciones mucho más bajas de lo esperado.

La derecha fue toda unida en una sola lista contra múltiples listas opositoras, sin embargo, cosecho una completa derrota y no logró el tercio de bloqueo, al contrario, es la izquierda la que cuenta con la posibilidad del bloqueo. Fue un tiro en los pies para la reacción política.

Está en marcha una fuerte recomposición de las fuerzas políticas. El Gran ganador es la abstención, ya que la elección contó con 44% de participación. Los grandes perdedores en la Convención Constitucional son la derecha tradicional que con 37 electos no alcanzó el tercio de bloqueo y la ex Concertación con 25 representantes, el Partido Democratacristiano apenas sacó dos representantes, el Partido Socialista es el que salió mejor dentro de la debacle general con 15 electos.

Hubo una gran votación por independientes y mujeres. Los grandes ganadores los independientes de izquierda especialmente los de las listas del pueblo, 25 miembros de la Convención que son los electos situados más a la izquierda. Además, hay otros 33 independientes en otros pactos menores o fuera de pactos. El conjunto de estos 58 representantes independientes supera a todas las otras coaliciones y supera un tercio de la Convención Constitucional.

Se ha abierto la posibilidad que esta Convención Constitucional diseñada con poderes recortados como cámara para la reforma de la Constitución de Pinochet vigente, se transforme en una verdadera Asamblea Constituyente apoyándose en la movilización social.

Es un buen resultado en general, pero no hay que sacar conclusiones muy alegres, los sectores tradicionales en la derecha y en la Concertación van tratar de bloquear las iniciativas avanzadas.

La coalición de izquierda agrupó al Partido Comunista, a la Federación Regionalista Verde Social y al Frente Amplio. Pero ese es el mismo Frente Amplio que con la firma de Gabriel Boric quien pretende ser candidato presidencial avaló con su firma el Acuerdo del Congreso que salvó a Piñera, y que ha votado a favor del endurecimiento de leyes represivas como la ley anti capuchas que hoy tiene a miles de jóvenes procesados y encarcelados por su participación en la protesta social.

Hoy en la izquierda las caras son alegres, al inesperadamente buen resultado en la Convención Constitucional se añaden también buenos resultados para la izquierda reformista en las elecciones municipales. Aquí los partidos tradicionales que han gestionado el Estado neoliberal chileno en las últimas tres décadas tuvieron un mejor desempeño, pero retrocedieron. Aunque el Partido Comunista sólo consiguió la alcaldía en dos municipios. Recoleta en el que el alcalde comunista y candidato presidencial del Partido, Daniel Jadue, obtuvo más del 64% de los sufragios, y el emblemático municipio de Santiago centro en que la comunista Irací Hassler derrotó al actual alcalde de la derecha.  Es simbólico del cambio producido en Chile que por primera vez hay una alcaldesa comunista en Santiago.

Todo está en disputa en el plano político después de un bloqueo institucional de décadas, y es una consecuencia colateral del levantamiento popular. Estas elecciones son resultado indirecto del gigantesco movimiento social chileno, los resultados de las candidaturas independientes en particular muestran un espacio, la posibilidad de construcción de una alternativa política de trabajadores y movimientos sociales, con un programa de acción con un horizonte socialista, que se convierta en el eje de un Frente Unido de Trabajadores y el Pueblo.

La rebelión popular de Octubre de 2019 en adelante fue la expresión de la rabia acumulada, pero también de un cambio cultural y de mayor conciencia, un gran retroceso del sentido común conservador y un avance para los anhelos transformadores del pueblo chileno. Ese movimiento revolucionario de la sociedad ahora ha encontrado una expresión electoral arrinconando al sistema de partidos políticos detestados por la mayoría. La desconfianza está instalada en la sociedad chilena, la movilización social retomará su curso para acompañar y presionar los debates sobre la nueva Constitución.