Desde el estallido social de octubre de 2019, hemos seguido la actualidad Chilena con atención. En su momento, pudimos viajar al país trasandino y vivenciar en carne propia ese proceso. Durante esa experiencia, también tejimos relaciones políticas y fraternas con una serie de cumpas que siempre nos mantienen al tanto de su realidad.
Hoy, la actualidad chilena está signada por el amplio triunfo del RECHAZO a la Constituyente y la crisis del actual gobierno “progresista” de Boric, aplicando medidas antipopulares. Esta situación abre infinitas preguntas: ¿Qué pasó con las grandes movilizaciones del 2019? ¿Cómo jugaron las políticas de los partidos del régimen con el Acuerdo de Paz (que abrió el proceso constituyente)? ¿En qué cambiaba la situación de los chilenos una reforma constitucional amainada y restringida (ténganse en cuenta que la convocatoria impedía tocar resortes básicos, como por ejemplo los pactos internacionales que signan la economía chilena)? Si el triunfo del RECHAZO fue masivo en los sectores populares, ¿es posible decir que fue una derrota para ellos?
Éstas son parte de las decenas de las preguntas que hay que hacer, y la incógnita de cuál será el proceso a futuro: ¿podrán los trabajadores y el pueblo chileno imponer una salida obrera y popular o seguirán la burguesía y las multinacionales de todo color manejar los destinos del país?
Más allá de nuestras opiniones, no pretendemos bajar línea desde lejos y sin poder vivir día a día la realidad chilena. Muy por el contrario, nos proponemos difundir una serie de artículos –de producción propia o ajena- que expresen las diferentes posturas, que son parte de los debates abiertos al interior del movimiento popular chileno. Sí, por nuestra parte, siempre esperamos que, en algún momento, vuelva a hablar el pueblo en la calle.
Pd: La redacción publica estas notas, independientemente de acuerdos o desacuerdos globales o parciales con las opiniones vertidas en ellas.


Entrevista: Juanjo Lázzari

El referéndum del 4 de septiembre en Chile confirmó  lo que la mayoría de las encuestas anunciaban: el triunfo del voto por el RECHAZO. Sin embargo la magnitud  de este voto contra la nueva constitución es lo que asombró a propios y extraños, desde Borrador Definitivo entrevistamos a José Miguel Bonilla, de la ciudad de Valparaíso; trabajador del sector salud e integrante del Consejo Redactor de la revista digital El Porteño y del Movimiento Internacional de Trabajadores, para que nos dé su opinión sobre el tema.

BD: ¿Cómo se puede leer el resultado del referéndum?

JMB: Esto supone una terrible derrota, sobre la que hay que reflexionar. Lo primero que hay que decir es que, con el acuerdo de paz del 15 de noviembre, que fue consecuencia del levantamiento del 18 de octubre, vimos que se abría la oportunidad histórica de dotar al pueblo de la primera constitución paritaria, feminista, ecológica y plurinacional. Estos conceptos están vertidos en el artículo uno del borrador que ahora se descartó. La importancia de esa constitución era que consagraba derechos sociales, que participaban independientes… Podríamos estar horas viendo lo que subyace en este rechazo, lo cierto que la negativa sacó un 62% de los votos contra el 38% del APRUEBO; y de esta manera, creo yo, se sepultó esta oportunidad única en la historia. Recordemos que todas las constituciones en chile fueron hechas por una minoría, producto de crisis sociales, por inestabilidades políticas o por haber sostenido una guerra civil. Esta derrota es para el conjunto del pueblo, o sea que el pueblo se autoinfrigió esta derrota, una paradoja y en particular para las izquierdas que nos jugamos por el APRUEBO. No hablaremos acá del voto nulo, porque eso fue insignificante: ciertos sectores anarquistas y algunos trotskistas propusieron anular el voto pero eso fue un porcentaje ínfimo.

BD: Entonces, ¿dónde encontramos las razones para entender esto que vos calificás como una derrota auntoinflingida?

JMB: Ahora, al pasar los días, empiezan a aparecer razones para la derrota; y esto tomando a algunos medios alternativos que han recogido opiniones del sector popular, que fue el que otorgó el mayor porcentaje para el rechazo. El pueblo chileno salió a votar en maza: casi 14 millones fuimos los que estuvimos en las urnas, un 80% del padrón, cuando antes votaba el 45 al 50%, que fueron los porcentajes que votaron en el plebiscito y en la presidencial. Este caudal de votos fue lo que claramente inclinó la balanza, eso permitió conocer lo que opinaba la mayoría del pueblo y éste prefirió la relativa estabilidad que le genera el régimen antes que la incertidumbre. Las capas más pobres se inclinaron por el RECHAZO, versus las capas más ilustradas, eso se puede ver. Y el voto también estuvo cruzado por la cuestión etaria: los jóvenes de hasta 35 años y los estudiantes se inclinaron por el APRUEBO.

Hilando fino las personas justificaron diversas razones que podríamos resumirlas en que la propuesta no les hizo sentido, no se les hizo carne; y a esto se suma la actuación de los medios de comunicación de masas, que están mayormente en manos de la derecha -acá en chile existe un duopolio que lidera la Tercera y el periódico El Mercurio- ellos hicieron un trabajo de verdad brillante, agitaron las banderas “con mi plata no, que me van a expropiar mi vivienda…” y apuntando a la existencia de las AFP y tocando las fibras más sensibles de las masas. Tampoco las masas conectaron con la cuestión plurinacional que se agitó bastante en la convención, hay que pensar que, incluso en las zonas del Wallmapu, el rechazo fue de casi del 80%, o sea que dentro de las zonas con mayor cantidad de población originaria, especialmente mapuche, ellos votaron RECHAZO. Prácticamente las 300 comunas del país votaron RECHAZO, se salvaron 3 o 4 que están en la capital.

BD: Se puede leer entonces que en el rechazo hay gran responsabilidad de las masas, ¿Es así o hay algo más?

JMB: Endosarles la responsabilidad a las masas, yo creo que no corresponde, fue un voto castigo también para el gobierno de Boric, fracasó en su política económica, fracaso en su política de seguridad y esta fue una de las causas más importantes. En chile hay un aumento de la delincuencia, nos ha llegado mucha inmigración que viene buscando mejores condiciones, pero junto con ellos también vienen mafias. Hoy en chile tenemos una inflación galopante que está en el 14%. Boric ha sido inconsecuente, mentiroso, traicionero, ya que otrora fue partidario del retiro de los fondos de las AFP, pero una vez que asumió el gobierno le negó la salida del agua al pueblo, que tiene como única forma para salvarse los pocos fondos que le quedan ahí, pero el presidente  se negó al quinto retiro. Además ha entregado la economía, los recursos mineros, él ha ido a negociar con empresas extranjeras  y hoy en día hay 30 empresas que quieren explotar los recursos mineros, en especial el cobre. También ha continuado la represión contra el pueblo. Pero lo que expresa que es un gobierno débil es la permanente movilización: hay mucho descontento sobre todo en el movimiento estudiantil, hemos asistido en estos días a movilizaciones de los estudiantes por sus reclamos, por una mejor educación, por mejor infraestructura y así tenemos de nuevo a los estudiantes saltando los torniquetes del metro en la región metropolitana de Santiago. Además hay que decir que Boric ha mantenido a todos los carabineros, son los mismos generales que estuvieron con el gobierno anterior de Piñera, en realidad las políticas de Boric no son más que una continuidad de las del saliente presidente Piñera, es un sostenedor del gobierno burgués y su política represiva.

Pero también hay culpas compartidas de los convencionales de la constitución, ellos redactaron una constitución difícilmente digerible: tenía más de 350 artículos que eran ininteligibles para las masas, entonces éstas no pudieron ver los árboles en un bosque tupido de articulados, escritos en un lenguaje leguleyo -hay que decir que en chile el 2% entiende lo que lee, y eso no es culpa del pueblo, es culpa del régimen neoliberal que lo ha mantenido en la ignorancia por décadas-. Por lo tanto el fracaso no es endosable a las masas de ninguna manera. Ahora, si pudiéramos sacar algo positivo, es que al fin pudimos acceder a lo que piensa esa otra parte de la población, al lado oscuro de la luna como lo llamamos acá, que no votaban porque básicamente el régimen no les soluciona sus problemas cotidianos. Ahora tenemos que ver que para la derecha es una victoria pírrica, porque ese 62% de votos no se traducen en que sean votos de derecha, es más bien un voto castigo para el gobierno, para el comportamiento zigzagueante de Boric.

BD: Teniendo en cuenta esto que usted nos dice, ¿cómo se presenta el panorama político en Chile de aquí en más?

JMB: Cómo ha de continuar el proceso es una incógnita. La clase política aparentemente se ha puesto de acuerdo en cómo van a seguir las cosas, tanto la centroizquierda que está en el gobierno como la derecha barajan diversas posibilidades: una nueva convención paritaria estaría en el horizonte; otros hablan de una comisión de expertos como la del ‘80, que fue una constitución hecha entre 4 paredes por un grupo muy mínimo de prosélitos de Pinochet; lo otro seria encargársela al Congreso, que también sería entre 4 paredes y donde los independientes, en ninguno de los casos, tendrían participación. Así que la casta política va cerrar el proceso por arriba como lo hizo aquel 15 de noviembre (de 2019) cuando, entre la noche del 14 y la madrugada del 15, se pusieron de acuerdo para atajar a las masas ante la inminente caída de Piñera. Así que será un desafío para nosotros, la izquierda tendrá que aceptar este desafío. Nosotros no tenemos una vanguardia obrera que recoja todas las reivindicaciones de las masas, así que ahora tenemos que recoger el guante, secarnos las lágrimas y recapitular para luchar por una agenda de derechos sociales como táctica, y siempre teniendo el norte de la toma del poder como estrategia. Eso son los principales objetivos que tenemos como izquierda. Para el MIT (Movimiento Internacional de Trabajadores) este proceso no se ha cerrado, sigue abierto y eso se puede comprobar con las movilizaciones de masas, fundamentalmente juveniles, que está, llenando las calles, independientemente del resultado electoral.