Desde Borrador Definitivo, entrevistamos a Víctor Sánchez, histórico habitante de la isla frente a las costas nicoleñas, cuyo rancho fue destruido por las máquinas municipales que avanzan sobre la isla para convertir el humedal en un espacio para ser objeto de explotación turística, y vaya a saber cuántas cosas más.


Entrevista: Juanjo Lázzari para Borrador Definitivo

Nuestro entrevistado lo dice claramente: “es todo muy turbio lo que están haciendo”. Se refiere, por supuesto, al avance por parte del gobierno de Passaglia sobre el Delta. Este avance se promociona de cara a la comunidad como la construcción de espacios de esparcimiento de cada al río para que disfrute toda la familia pero, conociendo el paño, resulta sospechoso el que no haya intereses económicos ocultos detrás.

Víctor es parte de una de las muchas familias que han encontrado en la isla su lugar en el mundo, ya sea que vivan allí de manera permanente como no, y que siempre ciudaron y mantuvieron su ecosistema, conviviendo con su flora, su fauna y los ritmos naturales propios del humedal. Esto hasta que las máquinas del “progreso” llegaran a destruir el lugar.

Borrador Definitivo: ¿Cómo fue el avance que terminó hace una semana con la destrucción del rancho de tu familia?

Víctor Sánchez: El día 17 de febrero ingresan a los terrenos que pertenecen a mi familia por longevidad: nosotros acá estamos desde 1943, esto todavía era un islote cuando mi abuelo se puso su primera ranchada acá en la isla. Ingresan el 17 de febrero con policías, con máquinas, con un papel en mano que supuestamente les daba la potestad a ellos de hacer lo que estaban haciendo, con la intención de abrir una brecha para hacer un camino. Desde el callejón que hicieron, a 3 kilómetros donde está la curva grande, sale derecho un callejón que va al Paraná. Supuestamente eso era para que las personas que no puedan pagar los 300 pesos, vayan a esta playada que está tres kilómetros antes que la otra[i]. Entraron con retros, hicieron una playada de 500 metros, destruyeron el bardón de costa que es una barranca de aproximadamente tres metros de alto, porque la bajante que tenemos ahora es importante. Entraron a hacer la playada y a la arena que sacaron de adelante la tiraron en la parte de atrás que es todo laguna, todo bajo: bañados.

Así que se estiraron unos 400 metros y vienen avanzando hacia el norte donde estamos nosotros. Y el rancho estaba en un lugar molesto para esta gente. Y nosotros nos plantamos, yo me planté con el pedido de que presentaran documentación de por qué estaban haciendo esto. Entonces, al ver que yo intervenía demasiado en el tema, llamaron a la policía. Ya había dos oficiales que cuidan las máquinas 24 horas al día. Después vinieron 8 policías que ya se quedaron prácticamente todo el día acá. Y me dicen que yo no pudo detener el avance de las máquinas, me dicen que si yo me pongo delante de las máquinas me tienen que llevar detenido.

Y con el tema del rancho, el día martes a las 6 de la mañana ingresa personal municipal. Con llaves de máquinas, con ropa de municipales, vinieron en una camioneta Ram, negra, los trajeron ellos. Uno de ellos se acerca hasta la línea del rancho, que estaba a unos 30 metros más o menos de donde estaba el campamento de ellos, y en cinco minutos me tiró el rancho abajo, era un casilla de madera pero que todavía estaba habitable. Pude rescatar algo de ropa de cama, frazadas, sábanas, estaba todo revolcado.

B.D.: ¿A partir de ese día vos iniciaste acciones legales?

V.S.: Incluso antes. Hicimos una denuncia con los vecinos de acá del lugar: Alfano, Vigo y otras familias. Hay un montón de familias que están siendo perjudicadas de alguna forma: porque el callejón les cortó el patio, por ejemplo. Esto es todo muy turbio. Yo primero pedí explicaciones al municipio, no me atendieron. Hace un mes y pico que vengo remándola para que me digan qué van a hacer, hasta dónde van a llegar, qué posibilidades tengo yo. En un momento se habló de que me iban a dar un rancho nuevo, pero es todo de palabra y con el encargado de la obra. Hay un funcionario público que también me prometió el oro y el moro, pero siempre de palabra. No tiene razón de ser esto.

B.D.: Además de este atropello contra los vecinos que viven en el lugar, lo que vos contás también se presenta desastroso desde un punto de vista socio ambiental más amplio.

V.S.: Sí, porque además de transformar todo el terreno, todo el suelo, mataron todo, todo lo que te puedas imaginar que había lo mataron, hicieron fosas comunes donde enterraron todo lo que sacaban: era todo arboleda verde, todo lo que sacaron, árboles nativos: espinillos, calén, timbó, ceibo… quedó todo prácticamente pelado.

Estos lugares están dentro de las leyes nacionales como bosques nativos: toda la isla es un bosque nativo, está todo protegido, esto no se debería poder tocar. Mi familia jamás desmontó, al contrario, nosotros forestamos, trajimos moras salvajes. Y ellos mataron todo.

B.D.: Se nos hace difícil pensar que hagan tal destrucción solo por una cuestión recreativa, sin que haya detrás de esto algún interés privado.

V.S.: No sos el único que piensa eso. Acá tenemos entendido que esto va a ser el Nordelta del norte de la provincia de Buenos Aires, o sea que puede haber un gran proyecto inmobiliario, porque obviamente, una vez que empezaron a ocupar esto, toda la isla está en peligro con esta gente. Se transformó completamente el islote, se cortaron las lagunas con el terraplén que hicieron. Ahora la bajante colabora, pero el río en algún momento va a retomar su cauce. Es la primera vez que nosotros los isleros pedimos a gritos una creciente.

B.D.: Hablando de eso, según tu conocimiento, ¿cómo funcionaría el río en caso de venir una creciente con las modificaciones que se han hecho?

V.S.: Mirá: han puesto un caño de 1,20 metro como desagüe de una laguna que tiene miles de litros de agua. Entonces si al agua llega a los niveles habituales para que llene la laguna, el camino sería obsoleto: o lo corta o lo inunda. Pero además se está transformando tanto que nosotros, por ejemplo, tenemos peces que entran a desovar a la laguna, y esos peces ya no van a poder entrar más. Hay una cadena que se va rompiendo y se va transformando todo el ecosistema.

B.D.: ¿Cómo sigue ahora tu pelea?

V.S.: Ahora están presentadas a la justicia todas la pruebas, está presentada una denuncia en manos de fiscalía, y ellos deberán actuar de acuerdo a lo referido a la ley.

Y ahora estamos viendo cómo sigue el asunto, qué vamos a hacer como familia, cómo nos vamos a plantar, si volvemos a construir. Porque, si bien en los últimos días hicieron una retirada de máquinas, gente e insumos del lugar, en algún momento sabemos que va a volver a pasar. Y mientras estemos en instancias judiciales, no podemos hacer nada más que manifestarnos de una manera pacífica acá en el lugar y aguantando la embestida de esta gente que viene por todo.

B.D.: Por otro lado, parece que hay una ciudad dormida, a la que le cuesta reaccionar ante semejante atropello.

V.S.: Y lamentablemente la gente sigue aplaudiendo el pavimento mal hecho el agua que no pueden tomar, un montón de falencias que tiene la ciudad a nivel institucional. Estamos siendo gobernados por un déspota, apañado por la justicia y custodiado por la policía, o sea que prácticamente es inútil pelear contra esta gente.

Es importante que la gente se entere que hay un montón de cosas que son lindas cuando están terminadas pero que en el camino se destruyen un montón de cosas: familias, lugares, hábitat, fauna, flora, se transforma el suelo. Esto puede traer consecuencias el día de mañana, y no a muy largo plazo, por eso es importante que la gente se entere y tome conciencia.

Los isleros nunca vivimos de la caridad de la gente. Las familias que estamos acá vivimos acá. Entonces estaría bueno que del otro lado hagan un mea culpa, para que nosotros podamos mantener todo esto porque es muy importante para todo el ecosistema.


[i] Para quienes nos leen desde fuera de la ciudad de San Nicolás, aclaremos que desde hace unos meses, el gobierno municipal avanzó sobre la isla, construyendo una playada, hasta ahora, de acceso público, aunque no sin las debidas ofertas gastronómicas. La playa queda a unos seis kilómetros de la costanera de la ciudad, una vez cruzado el Arroyo Yaguarón. Para la realización de esa playa, las máquinas municipales modificaron profundamente la geografía del lugar, entre otras cosas, construyendo un terraplén sobre el río para atenuar su correntada.