Hay algunas escenas que nos ponen de cara a la barbarie del capitalismo. Una de esas escenas fue la que vimos cuando un camión que transportaba alimentos volcó en la Panamericana y, de manera inmediata, cientos de personas subieron a la autopista para llevarse lo que alcanzaran a rescatar, incluso desafiando y soportando la represión policial.

La Argentina es un país que, por su territorio y la fertilidad de sus tierras, tiene potencial para ser un gran productor de alimentos. Y sin embargo, una buena parte de la población pasa hambre. 6 de cada 10 niños y niñas menores de 14 años en el país, viven bajo la línea de la pobreza.

Video tomado de Infobae

En un mundo donde los trabajadores y trabajadoras que producen la riqueza, muchas veces no llegan a tener ni siquiera lo indispensable, las imágenes de esa masa de gente, desesperada por rescatar un paquete de cualquier cosa que pueda engrosar la olla nos muestra la cara más cruda de la realidad de millones, muy lejos de la romantización de la pobreza que quiere imponerse desde los discursos mediáticos, políticos o religiosos.

Compartimos, a este respecto, este maravilloso poema de Eduardo Galeano.

Los nadies – Eduardo Galeano

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, 
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; 
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, 
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, 
por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, 
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata