El asesinato de un joven a la salida de un boliche en la costa atlántica hace tres años, conmovió a todo el país. Hoy, el caso vuelve a estar presente (casi 24/7) en medios de comunicación y redes sociales por estar desarrollándose el juicio contra los perpetradores del crimen.


Por Elizabeth Moretti

La muerte de Fernando Baez Sosa a manos de una patota de jóvenes que jugaban al rugby tiene, empero, algunos condimentos que hacen al caso apto para ser explotado mediáticamente. El primero es lo brutal del crimen y el hecho de que haya quedado registrado por las cámaras de seguridad de la calle en que ocurrió, lo que dio lugar a infinitas retransmisiones televisivas de la golpiza, que solo ayudan a alimentar el morbo. El otro elemento distintivo es el origen social de los atacantes: jóvenes provenientes de familias acomodadas, para más, jugadores de rugby, deporte asociado a los sectores medios y altos y a cierto sentimiento aristocrático de superioridad con respecto a deportes más populares como el fútbol.

Todo esto generó en un sector mayoritario de la sociedad un sentimiento de indignación hacia lo cobarde del crimen y de solidaridad con la familia de la víctima. Pero también (y más fuertemente en esta etapa en que se está desarrollando el juicio) el despertar de un reclamo punitivo que clama por venganza.

Quienes hacemos Borrador Definitivo, siempre hemos tenido claro que el fervor punitivista (aun si es encarnado por sectores muy amplios de la sociedad e incluso de los sectores populares) solo ayuda al fortalecimiento del estado represivo, que será utilizado, más temprano que tarde, en la represión de las clases oprimidas. Y es por ello que nuestra postura en este contexto puede resultar incómoda.

Afortunadamente no somos los únicos en comprender esto. Así es que hace unos días publicamos la nota de nuestro colega Miguel Espinaco: “¿Blancos de mierda?” sobre el tema.

En este caso, quisimos consultar su opinión a alguien que día a día transita las cárceles de la provincia de Buenos Aires y sabe muy bien las condiciones en que se vive en ellas. Alberto Sarlo es abogado y alfabetizador popular; su militancia se desarrolla en el Pabellón 4 de máxima seguridad del Centro de Tortura (Unidad Penal) N° 23 de Florencio Varela, donde dirige un taller de filosofía y literatura en conjunto con internos del pabellón y presos liberados. También da clases de boxeo y dirige la biblioteca popular Rodolfo Walsh y la editorial Cuenteros, Verseros y Poetas, que funciona en la cárcel y ha editado libros y revistas con textos de los internos.

A él fue que consultamos su mirada sobre este afán punitivista surgido a partir del asesinato de Fernando y su insistente cobertura mediática, invitamos a escucharla.

Quien quiera saber más sobre el trabajo de Alberto en el Pabellón 4 puede visitar las redes sociales de la editorial: Cuenteros, Verseros y Poetas. O leer la entrevista que le hiciéramos hace poco más de un año, sobre otro tema relacionado: «¿EL SHOW ERA MATAR UN PRESO POR TELEVISIÓN?»